Capítulo 7: Error.

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Su mirada paseaba sin mucho interés a lo largo de la taza de café que se había preparado, mientras que en su mano derecha portaba una lapicera y en la mesa, bajo su mentón, había una pequeña libreta. Rió con amargura, dándole un trago a su café, sintiéndose un torpe enamorado con el corazón roto al estar escribiendo cartas a las cuatro de la mañana. Y es que una decepción amorosa como esa no pasaba desapercibida; se sentía como un estúpido que no quiso ver lo evidente. Enamórate, decían. No pasará nada, decían. El sentimiento de molestia se instalaba en la boca del estómago, para luego escoser toda su garganta, como si tuviera deseos de gritar y mandar todo a la mierda. Por suerte, Yachi se había ido, pues así no lo veía en un estado tam patético y deplorable.

Mi querido Hinata:

Creo que aún puedo recordar el sabor de tus labios y el suave tacto que éstos tenían, trasmitiendome desde la cabeza hasta la punta de los pies que, de cierta forma, había un poco de amor por mi en ti. Qué tonto, ¿no? Vivir un amor unilateral por tu causa, querido. Aunque de cierta forma, es mi culpa por haberme enamorado de alguien que, lamentablemente, ya no existe.

Si leyeras ésto, probablemente dirás que soy un idiota y que no soy así, que yo nunca en mi vida escribiría cartas; y luego, yo reiría, porque la gente siempre se equivoca conmigo. No soy un frívolo, ni mucho menos un amargado. ¿Sabes lo que soy, Hinata? Quizás no, porque nadie lo sabe, ni nunca lo sabrán, porque raramente, las personas están etiquetas erróneamente.

Somos simples etiquetas destinadas a ser aplastadas y morir por ello. Quizá por eso no puedo odiarte, porque al contrario de mí, tú estás viviendo la vida con ese pensamiento de libre albedrío; ¿quién soy yo para criticarte eso? Nadie.

*****

—¿En serio le escribió esa nota? —preguntó la voz de un chiquillo, haciendo reír a la jovencita que leía aquello.

—Sí, así es —respondió ella.

—¿Se la envió? —la mujer asintió—. ¿En qué momento?

—Deja que te siga contando, ¿sí? O, ¿hay algo que me quieras preguntar?

¿Por qué Kageyama es así?

—Así... ¿Cómo? —preguntó la anciana sin entender.

—Tan cerrado y... Apasionado.

—Oh... ¿Sabes? Hay ciertas cosas que nos llevan a ser lo que somos, pequeño, cosas que no controlamos nosotros. Hay cosas que ocultamos; no es por mido ni falta de confianza, sino por el simple hecho de que hay cosas que requieren su tiempo para ser contadas, ¿entiendes? Tobio... A él le costó confesar qué le sucedía.

—¿Y Hinata? ¿Por qué es de esa forma? —ella sonrió ante esa pregunta.

—Porque Hinata le tenía miedo a lo que realmente era —respondió sin titubear—, y el miedo nos limita muchas cosas, mi niño.

¿Puede seguir leyendo?

—Por supuesto que sí.

*****

Dio un suspiro, tirando el lápiz a la mesa con un bufido de molestia. Todo era tan irracional, tan poco real. Todo era tan monótono y asfixiante que sólo deseaba desaparecer de una maldita vez, porque aquello fue la gota que colmo el vaso. Caminó a pasos lentos hacia el balcón del departamento, apoyándose en la barandas de éste para luego mirar hacia abajo. Rió en seco, cerrando sus ojos.

Si se tirara, ¿cuáles serían sus probabilidades de morir?
¿Quién mierda lo necesitaba?
Nadie, joder.
Nadie.

Dio un paso hacia atrás al escuchar que la puerta principal era abierta, provocando que se volteara para así encontrarse con el causante de todos sus malditos malestares: Hinata. Dio un bufido al notar que estaba completamente borracho, cosa que le hizo enfurecer hasta el punto de revolverle el estómago. Quería decirle tantas, pero tantas cosas, pero no servía decírselas a un Hinata borracho.

—Es tarde —lo regañó.

—¿Eres mi madre..? O-Oh... ¿Qué? —soltó con una voz casi temblorosa, apoyándose torpemente en una pared.

—Hinata, estás borracho —dio un suspiro, tratando de conservar la paciencia.

—Así disfrutamos más —dijo él entre risas.

—¿De qué hablas? —Kageyama alzó una ceja sin comprender.

—Oh, vamos... Sé que me deseas, Kageyama.

El pelinegro suspiró con fuerza, tratando de mantener la compostura. Tomó a Hinata de su brazo y lo llevó al baño, para así tirarlo a la tina y largar el agua helada, haciendo que el de cabellos naranjos diera un chillido.

—¡Maldito idiota! —exclamó Hinata.

—Te pasa por tomar, imbécil —espetó.

—Mhm, pero si tú quieres conmigo.

—Deberías dejar de actuar como si todo el mundo te quisiera coger, Hinata, porque quedas como una maldita puta. Además, quedás como un pobre idiota que no sabe lo que quiere al follar con una chica que a penas conoce, y luego coquetearme a mí.

—¿Celoso? —Hinata rió.

—Eres un maldito imbécil.

Kageyama salió de la habitación, dando un escandaloso portazo que hizo estremecer a Shoyo.

Aquel enano era un imbécil.

——♦——

¡Hola, hola!
Siempre actualizo de tarde, de verdad kskdkdm
Espero que hasta ahora les guste, chingus, porque tiene fic para rato.
One Week está apunto de terminar, por lo que aparte de traer un fic Kagehina, quiero preguntarles cuál de estas shipps prefieren.

Oikage.
TsukiKage.

Les dejo la decisión, ahre.
Nos leemos. 🌸💞

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⏰ Última actualización: Nov 07, 2017 ⏰

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Love Me Like You Do [+18] ♦KageHina/HinaKage♦ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora