Parte 2

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Por fin hemos llegado a la ciudad, todo es enorme, hay un montón de autos y comercios, edificios enormes y casas muy pobres. Y sobre todo gente, un montón de gente.

Llegamos al departamento, mi padre me ayudo a bajar mis maletas, en realidad no había traído muchas cosas, solo algo de ropa pues mi madre me dijo que debía comprarme ropa nueva para la escuela ya que en el pueblo acostumbraba a usar casi siempre la misma ropa.

Bajamos mis cosas y entramos a la casa, mi madre estaba llorando de emoción y de tristeza a la vez pues su único hijo por fin dejaba el nido y a una muy temprana edad, apenas cumpliría 16 años y la verdad no me sentía como un adulto, a pesar de que en mi pueblo se acostumbraba a que muchos chicos desde los 15 años ya empezaban a trabajar y tener hijos. Mis padres no eran de esa cultura ni oriundos de ese pueblo, mi madre era ingeniero en materiales había vivido toda su vida en Monterrey pero cuando se graduó de la universidad fue a hacer prácticas profesionales a la fábrica de algodón del pueblo, se enamoró de este y después de unos años pudo comprar la pequeña fábrica que tiempo después y gracias a ella creció de forma considerable. Mi padre era de la ciudad de México, estudio pedagogía y sociología, era todo un activista social en pro de la educación de los pueblos, por eso llego a ese pueblo a hacerse cargo de las escuelas rurales de ahí, entonces mis padres se conocieron y pues de ahí vengo yo.

Mis padres estaban a punto de irse, mi madre no paraba de besarme y abrazarme, mi padre me advirtió que estuviera siempre alerta, que era una ciudad peligrosa, que no cayera en las trampas de los asaltantes y no hablara mucho con desconocidos, que siempre caminara por donde había mucha gente y que evitara ciertas zonas conflictivas.

Después de comer mis padres se fueron, yo tenía que hacer las compras de esa lista, lo primero que debía hacer era comprarme un teléfono y una laptop. Una semana antes ya me habían puesto la instalación de internet en la casa, así que necesitaba una laptop ya que la computadora que tenía en el pueblo era de mi padre. También necesitaba un teléfono pues en el pueblo nadie tenía celulares ya que no había recepción ahí así que no tenía caso.

De camino a casa había visto una plaza comercial que estaba a solo un par de cuadras de ahí, seguramente ahí encontraría lo que necesitaba, no tenía mucho dinero en efectivo, solo una tarjeta de crédito que mi padre me había dado y el la controlaba.

Salí de la casa directo a la plaza, me fui caminando pues estaba cerca, además gracias a mis expediciones en el bosque desde que era niño tengo un buen sentido de la orientación y no me perdería, además que aún estaba nervioso y no sabía muy bien cómo usar el metro, el metro bus, los camiones o los taxis.

Camine por 20 minutos y llegue a la plaza comercial, había un montón de tiendas de ropa y de electrónica principalmente, entre a una de las tiendas de electrónica y no podía creer la cantidad de cosas que vendían, la mayoría no tenía idea de que cosas eran, solo reconocía las computadoras y los celulares. Un dependiente se me acerco y me pregunto qué en que me podía ayudar, le dije que necesitaba una laptop para la escuela y un celular. Amablemente me llevo al área de portátiles y me enseño algunas computadoras, yo no me fijaba mucho en las características pues en realidad no sabía mucho de eso, me había puesto un límite personal de 6mil pesos para la computadora y 3mil para el teléfono, después de ver varias me decidí por una que me gusto pues era color azul y un teléfono del mismo color.

Pague todo y me dirigí a seguir explorando la plaza. Había muchas tiendas de ropa y en ese momento la verdad no tenía ánimos de comprar ropa, y la verdad no tenía ni idea de qué tipo de ropa debía comprar. Compre un helado en un local y decidí que era momento de regresar a casa, no me arriesgaría a llevar la computadora y el teléfono caminando hasta el departamento así que decidí tomar un taxi de los que estaban en la salida de la plaza, lo aborde y en 15 minutos ya estaba en mi departamento, era casi el mismo tiempo que me había hecho caminando pero debido a que había mucho tráfico no llegamos tan rápido como yo creí.

Entre al departamento y abrí mi computadora y mi teléfono nuevos, después de unas horas ya estaba usando perfectamente la conexión a internet, abrí mi correo electrónico y decidí hacerme una cuenta en Facebook, en mi teléfono me puse a descargar música, aunque apenas le estaba agarrando la onda creo que lo hice bastante bien.

Llego la noche, al día siguiente debía ir al supermercado a comprar la despensa, solo tenía un par de botellas de agua en la casa así que debía salir temprano. Me dormí no sin antes hablar por teléfono con mi madre que aún no podía creer que había abandonado a su niño en una enorme ciudad a su suerte.

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Un bebé en la ciudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora