Perseguida por las sombras

34 4 2
                                    

La noche estaba muy fría para ser un día de verano. El viento soplaba muy fuerte y las pocas personas en la calle llevaban puestas casacas. Apenas salí por la puerta principal del hospital lo vi. Era un hombre delgado que llevaba puesta una casaca de cuero y una chalina gris. Estaba acostado contra la pared del edificio del frente del hospital. Parecía tranquilo tal vez hasta aburrida. Estaba jugando con los flecos de su chalina. Yo no tenía mucho frío. Llevaba puesta la misma ropa que utilicé para ir a la prueba física: un buzo gris y zapatillas. Era algo raro sentir otra ropa que no fuese el camisón blanco que usaba dentro del hospital. Me hubiera puesto otra ropa de detenerla. Luego de la pelea con mi mamá, ni ella ni Olenka habían vuelto a verme y menos me habían dejado ropa limpia.

Crucé la calle despreocupadamente porque no había ningún carro a la vista. Llegué a la vereda del frente, justo al costado de él pero no se dio cuenta de mi presencia hasta que hablé.

-Hola.

-Ah. Pensé que no vendrías –era Ernst tratando de sonar complacido- Llegas tarde.

-Me dijiste a las ocho y aquí estoy –dije un poco indignada.

-Son las ocho y cinco. Llevo esperando horas –dijo en un tono serio aunque era una tontería, vio mi mirada de “¿es enserio?” y cambió de tema- ¿Y tu novio?

Estaba a punto de explicarle todo lo sucedido con Gron cuando sentí que alguien nos observaba. Se me vino a la mente la amenazante carta que recibí en la mañana: Tenemos a muchos. Tú eres la siguiente.

Sentí como la mirada se acercaba. Ernst seguía despreocupadamente jugando con los flecos de su chalina. Comencé a mirar nerviosamente a todos lados. De pronto, lo vi salir de las sombras. Era un hombre alto y musculoso que se acercaba tranquilamente hacía nosotros desde el lado derecho de la calle. Le quería tocar el hombro a Ernst para avisarle que debíamos irnos pero era tarde. Sentí como los fuertes brazos del hombro me cogían por la espalda y me levantaban en el aire. Comencé a patear en todas direcciones y a gritar como loca pero la mano del hombre tapó mi boca. Ernst se quedó perplejo. Maldito, ¿Por qué no me ayudaba? De pronto el hombre me soltó y me giró para que nos viéramos cara a cara.

-¡Que te sucede! ¡Cómo se te ocurre venir así y agarrarme de esa forma! ¡No sabes lo nervio…

-Shhh. Cálmate –dijo Gron tapándome la boca- solo te quería dar un pequeño sustito –dijo inocentemente.

-¡Casi me matas!

-Ey, lo siento en serio no pensé que te asustarías tanto –sonó sorprendido.

Realmente no me habría asustado tanto si es que no hubiese recibido la carta. Ahora todo me daba miedo. Aun así, él no tenía el derecho de agarrarme como lo hizo y cargarme. No me pude aguantar, le tiré una cachetada.

-Au –dijo sobándose la mejilla izquierda- pero supongo que me lo merezco.

-Ey, ey ya paren –era Ernst que se colocaba en medio de los dos- pueden tener sus discusiones de novios luego. Ahora tenemos que ir al hospital. ¿Recuerdan? ¿Piso catorce? ¿La CRIP?

Caminamos hasta el interior del hospital. Al parecer a nadie le importaba nuestra presencia. El hospital estaba muy silencioso y con poca iluminación. Todos los focos estaban prendidos pero con menos intensidad de lo normal. Había unos cuantos doctores que se dirigían a la zona de Emergencias. Supongo que son los doctores que están de guardia. Subimos al ascensor principal y Ernst presionó el botón 14.

-Pensé que me odiabas y que no vendrías -le dije a Gron tristemente.

- No puedo odiarte -dijo resignado- es imposible.

NuvolioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora