Capítulo 14

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Ayato no estaba para nada bien, las semanas pasaban y casi no salía de su habitación ni comía, lo máximo que hacía era bañarse, acostarse y dormir. Cada mañana, alguno de sus hermanos le llevaba algo de desayunar a su habitación, sin embargo, Ayato rechazaba la comida que le ofrecían, pero lo peor fue cuando Laito intentó llevarle la charola, simplemente se armó un alboroto total. El pelirrojo lloraba de nuevo exigiendo a gritos que Laito saliese de su cuarto mientras que el castaño casi le pedía perdón de rodillas desesperado, al final, Laito cedió y abandonó la habitación de su hermanito.

-¡carajo!-gritó el mayor de los trillizos al llegar a su habitación-¿¡que voy a hacer para tenerlo de nuevo!? ¡A este paso nunca me perdonará!-gritó de nuevo con rabia-¡carajo, Ayato!-se sentó en la cama mirando con nostalgia el piso-¿que no entiendes que te amo...?-susurró apenas audible, estaba harto, no podía con esa situación, se dio cuenta de que se había enamorado de su hermano muy tarde.

Mientras, Ayato estaba en su habitación hecho un mar de lágrimas, por un lado, quería mandar todo a la verga y perdonar a Laito pero su orgullo se lo prohibía de sobremanera.

-¿puedo pasar?-se escucho la suave voz del mayor de los Mukamis después de tocar la puerta

-e-está bien...-jadeó intentando calmarse y limpiar sus lágrimas en lo que la puerta se abría

-debes de comer algo-entró Ruki, pero no llevaba ninguna bandeja con comida

-no quiero comer...-desvió la mirada hacia el piso mientras se sentaba en su cama

-vamos, te hará mal si no comes nada-se sentó a su lado

-m-me da igual...-susurró-y...por favor, ya vete...

-Ayato-dijo demandante a la vez que sentaba al mencionado en sus piernas quedando frente a frente, ocasionando un sonrojo en el menor-debes de comer algo-le ofreció su muñeca

-n-no...-desvió la mirada

-por favor, Ayato-se mordió su muñeca succionando un poco de sangre

-no quiero...-sin previo aviso, Ruki besó a Ayato e hizo que abriera sus labios pasándole su sangre que el pelirrojo ya no dudó en tomar

-¿ves? Anda, bebe-dijo al separarse, Ayato lo miró unos segundos más y le mordió la muñeca con cuidado, Ruki no se quejó, simplemente dejó que su amor bebiera todo lo necesario

-no tenías que hacerlo...-susurró limpiándose de la comisura de los labios la sangre que caía

-pero quise hacerlo, no quiero ver mal a la persona que amo-el rostro de Ayato se puso completamente rojo

-¿e-eh...?

-lo que escuchaste, me gustas Ayato, de verdad te amo, siempre lo he hecho-besó al menor quien, rendido ante la falta de amor, le correspondió abrazando su cuello y al cabo de unos segundos se separaron-dame una oportunidad, déjame hacerte olvidar a ese idiota de Laito, yo nunca te haré algo así

-n-no lo sé Ruki..., no estoy seguro...

-dame tan solo una oportunidad para hacerlo, Ayato, te juro que no te arrepentirás

-está bien...-cedió al final Ayato mirando al de pelo gris, necesitaba tanto a alguien que lo amase que incluso él estaría bien

-genial-lo volvió a besar con una sonrisa de satisfacción, por fin tenía el deseo más anhelado; al pelirrojo

Al cabo de unos segundos se separaron y Ruki hizo una marca notoria en el cuello de Ayato marcándolo así de su propiedad.

El mayor incitó al pequeño a salir un poco de su habitación y lo condució hasta el jardín, donde se sentarón cerca de las rosas y conversaron un poco, Ruki se estaba comportando como todo un caballero con Ayato quien pensaba que haberle dado la oportunidad al Mukami había sido una buena idea, lo trataba tan lindo, mucho más que Laito el primer día de noviazgo.

Lo que no sabían los nuevos novios es que unos ojos verdes gatunos los observaba desde una ventana de la mansión, estaba ardiendo de celos, más que furioso pensando en que Ayato lo había olvidado así de rápido pero él no lo haría, su amor por el menor de los trillizos no desaparecería.

-ya veras maldito Mukami..., está vez no me quitaran lo que más amo-dijo apretando el puño pero después relajó el mismo y se quitó el sombrero-te lo advertí, no quiero quejas tuyas, ni de nadie después de lo que te pueda hacer-luego, dirigió su mirada a su hermanito-y tu, mi amor-se mordió los labios-eres mío ¿no lo comprendes? Nadie más puede tocarte ni amarte, eres exclusivamente mío y no voy a permitir que toque ese precioso cuerpo ¡que me pertenece!-gritó lo último desesperado, mi toleraba la idea de mirar al Mukami tocar al amor de su vida-carajo...me han dado por completo la vuelta...

Amor entre hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora