Capítulo dos: La nueva dimensión

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Tiempo después se hizo noche. La noche era muy fría, había una luna muy grande que cubría un cuarto del cielo. El cielo era de un color gris brillante y había estrellas que cubrían el cielo. Hilario, Epifanía y Teodoro caminaban por las calles del pueblo.

- Bien—comenzó Teodoro—aunque este desbastado y quiero lanzarme un tiro por la cabeza creo que debemos sobrevivir, si estos Príncipes y Moscas gigantes es lo único que tiene este planeta, nosotros tres nos convertiremos en los reyes de este mundo en un par de meses.

- No digas eso—susurro Hilario—Yerovi Cánteseles nos puede estar escuchando, hay algo raro en ese tipo, y creo que no nos debemos sentir muy cómodos aquí.

- Opino lo mismo—dijo Epifanía—lo mejor es que busquemos la manera de regresar a casa...

- Ya lo escuchaste—dijo Teodoro molesto—Aquí no hay tecnología ¡Estamos varados aquí para siempre!

- Talvez podamos usar magia—sonrió Epifanía.

- No lo creo—Suspiro Hilario triste.

- Tal vez haya una forma—dijo Teodoro señalando enfrente.

Al caminar se dieron cuenta que estaban enfrente de espinos que rodeaban el arbusto de peras que relucía. Las calles estaban solitarias, alrededor no había casas.

- No creo que eso sea correcto—añadió Epifanía.

Pero de pronto de los arbustos de espinos salió un huma-mosca, un huma-mosca de una estatura baja, delgado, con la piel amarilla y usaba túnicas largas, tenía un turbante en la cabeza y su boca estaba cubierta con un pañuelo, tenía un cuervo color negro posado en su hombro, que podía ser su mascota. La Huma-Mosca sonrió y se paró enfrente de Teodoro y sus amigos.

- Buenas noches—saludo el Huma-Mosca alegremente.

- Buenas noches—respondieron los tres a coro.

- Ustedes chavos muy guapos...—comenzó el Huma-mosca—...Y ni se diga de la señorita, es una bella mujer ¿tienes novio?

- ¡Si! Y soy yo—sonrió Hilario.

- Pues que afortunado, jovencito—comento el Huma-Mosca—Escuche que no son de este planeta, está en todos los periódicos.

- Oh—dijo Teodoro sin darle importancia—no lo sabíamos.

- Bueno—dijo el Huma-mosca—Chavos ¿ven ese arbusto que está enfrente?

- Claro que si—respondió Epifanía—Es el arbusto prohibido, ni siquiera podemos acércanos a él.

El Huma-Mosca estallo a risas. Teodoro y sus amigos se extrañaron.

- ¿Arbusto prohibido?—dijo El Huma-mosca a risas— ¿eso les dijo el niño Yerovi? Donde creen que estamos ¿en el jardín del edén? ¡Claro que no!

- ¿Jardín del edén?—pregunto Teodoro pensando un momento— ¿Usted conoce sobre el planeta tierra?

- Claro—insinuó El Huma-Mosca—Nosotros los habitantes podemos usar nuestros poderes para transportarnos por todo el universo, yo y todos los habitantes podemos ir a cualquier lugar y ¡cualquier época!

- Pero Yerovi dijo que eso era imposible—Explico Hilario impresionado.

- Creo que ese niño les mintió—sonrió el Huma-Mosca—ni siquiera sé porque sigue siendo rey, él está loco tal vez intente secuestrarlos de nuevo a ustedes para hacerles experimentos o matarlos, es por eso que no los deja regresar a su época ¡a mí me quito mis poderes! Seguro que Yerovi ya les ha hablado de mí...

Los Príncipes LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora