Renata PARTE II

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Era tan triste echar ese amor hacia atrás. Yo tenía las esperanzas de que algún día iba a volver, yo no me arrepentía de haberle dado mi vida. Las heridas no me importaban, él era el amor de mi vida. Yo aún miraba hacia la ventana con la esperanza de ver estacionarse un auto en el cual un hombre de rizos salga de allí. Pero fue en vano toda la larga y extensa espera que había hecho; no le importaba en lo absoluto mis sentimientos y mi justificación.

La bella primavera que nació por nuestro amor, se había esfumado. En ese momento me encontraba en el aeropuerto mientras lágrimas se liberaban y el pecho me quemaba. Fuego se avivaba alrededor de éste. Me dolía abandonar ese gran amor que sentía.

«—Vuelve... —decía sentada sobre mi cama durante ese tiempo en el que le esperaba—. Vuelve, amor... Vuelve...».

Pero fue todo en vano, no tuvo ningún punto ni ningún final feliz esos días de espera y esas noches desvelándome junto a las lágrimas y a la tristeza que sentía. A esas quemaduras de mi cabeza y de mi corazón. Mis ojos se habían hinchado tanto por él y por sus recuerdos... Le amaba tanto pero había entendido con mucha claridad que él jamás lo había hecho; que todas sus promesas que me hizo al momento en que me pidió ser su pareja, eran falsas. Que durante esos cinco años en los cuales estuvimos juntos, jamás me amó de verdad y nunca confió en mí en los momentos de conflictos.

Estaba sentada sobre la silla de espera mientras miraba hacia abajo y lloraba.

Los recuerdos me invadían la mayor parte de mi memoria. Las heridas se abrían. Mi mirada se nublaba por causa de las lágrimas que producían la gran nostalgia que sentía. Lloraba en silencio para que ninguna persona se diese cuenta de cómo me encontraba. Para eso, me escondía con mi largo cabello que lograba cubrir mi rostro.

¿Por qué, Michael...? ¿Por qué?

—¡Renata! —escuché una voz que exclamó mi nombre. Rápidamente volteé mi rostro y mi mirada hacia aquella persona, dueña de esa voz. Quedé paralizada al verle, mi interior enloqueció con intensidad. Mi respirar era agitada por la misma causa. No sabía cómo reaccionar. Mis ojos temblaban.

—¿Qué hace aquí?...
















Perdedor © | Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora