* * *
Sus ojos temblaban e iban tomando más brillo por la capa cristalina que comenzaba a formarse sobre su mirada. Ella tragó saliva y pude notarlo. Entre nosotros se conservaba el silencio mientras que alrededor se oía el habla habitual de toda la gente. Mi corazón estaba desesperado, nervioso e intrigado por lo que ella estaba apunto de responder.
Acaricié su mejilla con delicadeza.
—¿Cómo puedo saber —musitó— que tus palabras son sinceras?
—Yo... —Me interrumpió.
—¿Cómo puedo perdonarte después de todas las puñaladas por la espalda que recibí ese día en el que me echaste? —Me sentía un idiota al oírla decir todo eso—. ¿Y de todos esos días en que pensé que ya no podía vivir más, que aún conservaba la esperanza de que volverías pero que jamás se cumplió. De esas lágrimas que fueron liberadas, de todo el estrés que sufrí? Hasta pensé que me había vuelto loca...
—Perdóname... —dije totalmente arrepentido y oprimí mis ojos—. Soy un perdedor, un idiota. Sé que no te merezco. Yo no confié en ti, ni dejé que te explicaras, sólo permití que las mínimas cosas me cambien de idea... —Tomé sus manos y las aprisioné entre las mías. Las coloqué entre nosotros mientras nuestras frentes aún permanecían unidas.
—Tú no me amas...
—¡Yo te amo! —Abrí los ojos y la miré—. Yo te amo como jamás amé a alguien. Eres la chica que robó mi corazón con una sola mirada un día de primavera... ¿recuerdas?
Ella sollozó y cerró sus ojos como si los recuerdos que había dicho, hubiesen pasado frente a ella.
—Recuerdo aún cómo te miraba allí sentada con tus hojas, los colores brillantes no eran nada comparado con la luz de tu belleza y el brillo de tus ojos. Vi tus hojas caer frente a mí y corrí a ayudarte. Cuando sentí tu mano bajo la mía, me estremecí, me colocaste muy nervioso cuando alcé mi mirada y justo tú también lo hiciste...
—Ya déjame. Todos esos recuerdos no te valieron nada cuando me echaste, ¿no es así? —Sollozó y alejó una de sus manos de las mías para limpiar su mejilla.
—Todos ellos fueron presentes al verte partir de mi mundo. —Tomé su mano alejada y la aprisioné nuevamente. Ella suspiró con fragilidad y debilidad. Estaba tan dolida como yo, al menos sus reacciones me hacían saber eso. Ella me miró con sus dos ojos oscuros que tanto admiraba y negó con la cabeza como si todas mis palabras fuesen falsas y repugnantes para ella.
—No es verdad.
—No quiero perderte... —Tomé su rostro con ambas manos—. No te vayas... —suspiré—. Ya no encuentro las palabras para decir... ¿Qué tengo que hacer para que te quedes? No quiero perderte... No lo resistiría.
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Perdedor © | Michael Jackson
Romance✓COMPLETA✓ ¿Por qué no enfocar más la vista y el oído del corazón? Michael perderá algo tan valioso que no quedará fortificado para seguir existiendo. Lo único que fue necesario hacer para conseguir ese fin, fue creer en las palabras de los demás. Y...