FINAL

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—No te vayas —repetí después de un silencio que ambos habíamos conservado, tal vez ella lo estaba pensando.

—Tengo que ir a Estambul —replicó ella y aclaró su garganta, manteniendo su mirada en el suelo—. Mis abuelos me esperan.

—Entonces, voy contigo —dije buscando la posibilidad de no separarme de ella—. Yo soy capaz de ir a cualquier lugar con tal de que tú estés allí.

—Michael... ¿no entiendes que las heridas no se curan cuando lo deseas?

—Sí —musité y acaricié su mejilla mientras aproximaba más su rostro hacia el mío—. Sé que no puedo sanar esas heridas de un día para el otro, pero permíteme vendarlas para que con el tiempo puedan cicatrizar —susurré sobre sus labios con deseo de besarlos—. Quédate... no te vayas...

—Michael... —Parecía perdida en el ambiente cálido en donde nos encontrábamos. Su respirar era errónea como la mía.

Tomé su mano para llevarlo hacia mi pecho y así hacerle saber qué tan loco estaba mi corazón al estar frente y tan cerca de ella. Este estaba palpitando a miles por minuto, estaba tan desesperado por sentir su piel, su aroma y oír su voz otra vez.

—Siente a qué ritmo va —mantuve el volumen bajo de mi voz—, aún está hechizado por ti. Aún te ama...

Ella tomó mi mano libre y la llevó hacia su pecho. Pude sentir sus latidos tan rápidos como los míos. Ambos estaban muy agitados.

—El mío está así por estar frente a ti después de tanto tiempo y porque te sigue amando. Y también —suspiró—, porque teme en recibir una puñalada una vez más.

—Entrégame tu corazón —dije—, entrégamelo una vez más y prometo protegerlo con todo mi amor. Lo vendaré para que sus heridas sanen con el tiempo a mi lado.

—Michael... —murmuró como si ya no tuviese qué decir.

—Te amo, te amo tanto... —tomé su mentón e hice elevar su rostro hacia el mío para poder tocar sus labios nuevamente—. Te amo —dije y la besé.

Ella llevó sus manos por encima de mis hombros mientras que yo las llevaba hacia su pequeña cintura. Cerré mis ojos para entregarme a ese bello sentimiento que sentía al besarla, y dejarme llevar hacia las estrellas. Ella era mi esperanza de vida. Ella era la persona quien despejaba mi cielo nublado y lleno de tinieblas. Ella era el Sol de mi mundo y si se iría de este, yo no sé qué podría haber hecho. Un mundo sin Sol, no existe.

Mi corazón estaba tan alegre por sentir su amor nuevamente. Sonreí entre el beso y la apegué más a mi cuerpo para no dejarla ir. Oí que avisaron que el avión estaba por despegar y noté que Renata seguía conmigo, eso me alegraba tanto.

Perdedor © | Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora