Capítulo 04

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Después de aquellos segundos pensando, regresé mi mirada hacia Alice quien me miraba con temor y con sus ojos temblorosos.

Me miraba fijamente como si esperase una reacción que no le beneficiaría por así decirlo. Como si esperara una reacción que consistía en reclamarle o en retarla por todo lo que me había ayudado a meter en mi cabeza. Yo la miraba con suma furia como si fuese la peor cosa que hubiera conocido, como si viera en ella aquel día en el cual éramos niños y le ofrecí ser mi amiga: gran error, al menos eso pensaba.

—¡Puedes explicarme algo respecto a esto! —La solté bruscamente y ella cayó, recargando de golpe su cuerpo sobre el sillón.

—Yo...

—¡Vete de mi casa! —irrumpí su hablar para exclamar su retirada. Estaba muy furioso con ella. Nunca había creído que ella fuese capaz de engañarme y traicionar mi confianza.

A veces, pensaba, los amigos pueden engañarte ya que aprovechan esa confianza que tú les brindas.

Ella tomó su bolso con rapidez y salió corriendo hacia la entrada de la casa. Yo arrojé el control del televisor sobre el sillón y llevé mis manos hacia mi cabello. El descontrol de mi ser dependía de un hilo.

Me ponía a pensar con desesperación el hecho de haber desconfiado de Renata, es más, de no haber permitido que se explique. Estaba meditando en cómo detener la retirada de mi vida; qué hacer al respecto.

—No puedo dejar que se vaya —dije en un murmuro mientras miraba hacia un punto bajo—. No puedo dejar que mi vida tome ese vuelo y se vaya lejos de mí...

Alejé mis manos de mi cabeza y corrí hacia la puerta principal. Junto al chofer, viajé hacia el aeropuerto.

Durante el transcurso hacia dicho lugar, miraba la ventana y cada calle que pasaba. Rogaba por que ese avión aún no despegara.

Aún no te vayas. Aún no... Ya estoy llegando. No te vayas. Ya estoy volviendo por ti, amor...

Miraba con desesperación cada parte del cielo despejado; de los árboles anaranjados por el otoño, casi pelados, sus hojas iban cayendo lentamente hacia el suelo por su poco peso; de las casas que se cruzaban por mi perspectiva.

Miraba hacia los puntos espaciosos de mi perspectiva en donde se dibujaba con debilidad un rostro muy conocido para mí. Había recordado esas imágenes de aquel día en el cual la vi llorar con dolor. Cuando veía como su rostro y sus delicadas mejillas se tornaban tan rojas como si se asfixiara.

Perdedor © | Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora