.Capítulo 17.

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Luego de ir por un largo camino de tierra, finalmente, llegamos al lugar.
Apagaron el motor del coche y escuché la puerta del conductor abrirse.

Todo el camino estuve pegando piñas y gritando pero jamás obtuve respuesta, y lo que más me llama la atención, no resivi ni un sólo golpe. Aunque algo me dice que ahora viene lo peor.

Estaba vendada y tenía mis piernas agarradas con una soga.

Mis manos estaban agarradas por las manos de ese fuerte hombre. Y a pesar que intentará una y otra vez lograr dejar libres mis manos, conseguía que me agarrara más fuerte aún.

Escuché como la puerta de mi lado derecho, donde se encontraba sentado el hombre, se abrió.

Me tironearon una y otra vez pero yo tironaba para el otro lado, aunque tampoco conseguía mucho.

Me sacaron del coche con mucho esfuerzo y estábamos quietos, parados en un lugar.

Escuché susurros pero no reconocí la voces.

Sentí algo en mi cuello y mis párpados empezaron a abrir y cerrarse rápidamente.

Mis piernas ya no eran parte de un movimiento creado por mi.

El hombre me sostenía en sus brazos, unos brazos que se me hacían muy conocidos.

Mi respiración comenzó a tensarse y mis ojos se cerraron.

(...)

Abrí mis ojos bruscamente, pero sólo veía todo oscuro porque todavía tenía mis ojos vendados.

Estaba atada a una silla y comenze a moverme con desesperación.

Pero nada resultaba.

-Buenos días.- Dijo una chica que parecía tener una sonrisa maliciosa estampada en su cara.

Pero cambiando de tema...

Su voz, su voz, su vo... ¡la chica tabla!

Mi Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora