Mi Mejor Amigo

.Capítulo 19.

Narra Cuatro Ojos:

La puerta se abrió y allí apareció el muchacho.

Levante mi vista y cuando lo vi... mis lágrimas comenzaron a caer sin control.

No podía ser él.

La persona la cual confíe, al cual conté todo sobre mi.
Prometió estar allí para mi.
Prometió protegerme, y ahora va a matarme.

Una sonrisa maliciosa estaba estampada en su rostro.
Se acercaba cada vez más a mi, con pasos lentos, como si estuviera disfrutando mi dolor.

-¡Te voy a matar con mis propias manos!- Gritó Chocolate desde la otra punta.

-Tapale la boca, Rosse.- Dijo él con su mirada clavada en mi.

Rosse con sus pequeñas e débiles manos, sostenía un vendado el cual lo colocó en la boca de Chocolate con un poco de fuerza ya que no se dejaba.

-¿Cómo la estas pasando?- Pregunto él con una falsa sonrisa.

-No puedo creerlo.- Dije sin más palabras que agregar.

-Si... lo se.- Dijo dando una vuelta alrededor mío.- Créeme cariño, yo tampoco lo puedo creer. Bueno, de echo si.- Dijo riendo.

Me agarró de la barbilla con brusquedad.

-Te lo advertí. Pero tú sólo estabas distraída con ese imbécil.- Dijo con los dientes apretados.

Me comenzó a besar el cuello y yo sólo lloraba, porque no podía hacer nada.

-Tanc, basta.- Dije con los ojos cerrados. Intentando safarme de su agarre.
Y me beso en los labios con brusquedad.

-Bueno... que empieze lo divertido.- Dijo sonriendo.- Rosse, el cuchillo.

Mis ojos estaban abiertos como platos y Chocolate estaba igual.

Se acercó a Chocolate.

-No me gusta la gente que me insulta.- Dijo Tanc haciendo puchero.- ¿Y sabes que pasa con la gente que me insulta?

Miró a Chocolate en busca de respuesta.

-Oh, pues te diré.- Dijo apoyando el cuchillo en su cuello.- Los mato. Pero a tí... te haré sufrir.

Paso lentamente el afilado cuchillo por el cuello de Chocolate, creando un pequeño corte, que parecía dolerle demaciado a Chocolate porque cerraba los ojos y apretaba la bandana para calmar el dolor.

Yo grité desesperada y pude ver como comenzaba a caer toda la sangre de su cuello.

Chocolate seguía gimiendo de dolor.

-Sigues tú, cariño.- Dijo mirandome mientras me apuntaba con el cuchillo.