Capítulo 8: Encaprichado

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Narra Rebeca Philm.

¿Una cita? ¿El "gran" Blair Larwen me ha pedido una cita? ¿Será capaz de caer tan bajo? Rebeca, más autoestima. Positivismo de Vanesa, ven a mí.

—Señorita— me llama Marcela y yo la miro— Hay un chico con una moto aparcado enfrente.

Me acerco a la ventana y veo a Blair justo debajo de mi ventana.

—Dile que se vaya— le ordeno sentándome en el escritorio para acabar los deberes.

—Ya se lo he dicho pero dice que no se irá hasta que no hable contigo— contesta ella desde la puerta. ¿Acaso se ha vuelto loco? En ese instante se me viene una idea genial a la cabeza. Sonrío maléficamente.

—Dile que como no se vaya le juro que le pintaré la moto— Marcela asiente riéndose y comienza a bajar por las escaleras .

Después de varios minutos hay mucho silencio para ser verdad. Por fin paz y tran...

—¿¡Pintar mi moto?! ¿No se te ocurre algo peor?— me giro y es Larwen.

—¿¡Qué haces aquí en mi habitación?!— le pregunto asustada— ¡Marcela, un mono se ha colado en mi habit.!— Blair me tapa la boca.

—Marcela se cree que somos novios y le he dicho que nos deje a solas, así que se ha ido a cocinar— me susurra y como ve que ya no grito, retira la mano poco a poco. Desde aquí puedo ver sus ojos verdes con marrón.

—¿¡Por qué le has dicho eso?— susurro yo también a la misma altura de su voz.

—Porque sino me sacaría a patadas o con la zapatilla como todas las personas mayores—se tumba en mi cama— vaya, es muy cómoda.— Da unos pequeños saltos en ella y se ríe. Menudo engendro...

—Sal de mi cama y sal de mi habitación—me acerco a él para que vea que voy enserio.

—Tranquila— sube las manos a la altura de su pecho haciéndose el inocente —, solo he venido a pedirte una cosa y a hablar.

—¿Qué quieres?— pregunto rezando para que no sea lo de la cita.

—Es sobre...— se calla. Está empezando a hartarme su jueguecito.

—Dilo—le digo perdiendo la paciencia— algunas personas saben hacer los deberes— añado señalando hacia mi escritorio con el dedo.

—Lástima que yo no sea un nerd para hacerlos—dice e inmediatamente agarro mi zapatilla y la levanto amenazante en lo alto. Blair comienza a correr por mi habitación y yo lo persigo. Mientras le grito que se vaya.

—¡Una loca asesina me persigue!—grita — y está armada—añade y se cae encima de la cama. Menudo infantil.

—Retira lo que has dicho— le amenazo cuando estoy cerca de él.

—¿Por qué debería hacerlo?— me pregunta desafiándome.

—Por que sino te pegaré y te destrozare esa cara bonita que tienes— nada más salir eso de mi boca me arrepiento al instante. ¿Cara bonita Rebeca? ¿De verdad?

—Eso era un cumplido—dice sonriendo.

Ruedo los ojos y voy a pegarle cuando de repente Blair me coge de la muñeca y me tira hacia él, cayendo yo encima suyo. Estamos a centímetros de distancia. Siento su aliento caliente en mi mejilla, sus ojos clavados en los míos y de vez en cuando los desvía a mis labios. No quiero ni imaginar en lo que está pensando.

—Retíralo— vuelvo a repetirle y él sonríe.

—¿El qué? No te escucho— comienza a reírse. Psicópata.

Es un imbécil, claro que me ha oído, estamos a centímetros de distancia.Blair me coge de la cintura y me apega más a él. Reacciona Rebeca joder. Intento zafarme de su agarre pero no puedo, tiene mucha fuerza. Ya puedo comenzar a ir al gimnasio. De repente abren la puerta. Marcela se asoma, nos mira, sonríe inocentemente y se va cerrando la puerta detrás de sí. Mierda.

—Mira lo que has hecho—digo retorciendome para soltarme— has hecho que Marcela piense algo que no es.

—Sólo responde a una cosa y te suelto— asiento y ruedo los ojos.

—¿Qué has hecho conmigo?—eso sí que no me lo esperaba.

—¿Qué?— pregunto haciendo como que no entiendo a qué se refiere.

—¿Por qué te haces la difícil si yo también te gusto? —No le contesto por si esto es otra táctica de imbéciles ligones. Inútil.—¿Sabes que estás más guapa cuando te sonrojas?—pregunta Blair rompiendo el silencio.

Idiota. Ya me he cansado de tus bromitas. Le doy un rodillazo en sus partes y el inmediatamente me suelta.

—¿Y tú sabes que cada día eres mas idiota?— pregunto mientras el gime de dolor. Me arrepiento de no haberlo hecho antes.—Además, no estaba roja.

—Lo se, era para ver como reaccionabas ¿Podrías al menos contestarme a la pregunta?—dice entre gemidos de dolor. Admito que un poco de pena me da. No Rebeca, se lo merece. Pena ninguna.

—Pues contigo no he hecho nada—le digo y me siento en el escritorio.

—¿Y por qué me pasa esto?— pregunta refiriéndose a las preguntas de antes.

—Lo tuyo es solo encaprichamiento. No es amor

Blair se incorpora y se acerca a mi.

—¿Te crees que yo, Blair Larwen, estaría dispuesto a aguantar todo lo que me has hecho por un simple capricho?— me susurra al oído. Aparta un mechón de mi cara y me da un suave beso en la mejilla.—Descansa—añade y se va de mi habitación cerrando la puerta detrás de él.

¿Qué es lo que acaba de pasar? ¿Por qué no he reaccionado cuando me ha dado un beso? Podría haberle empujado o haberle dado un puñetazo. Si, esa opción me gusta más.

—Lo tuyo es muy fuerte Larwen—susurro. Busco mi diario con la mirada pero no lo encuentro. ¿Dónde lo he metido? La voz de Marcela diciendo que baje a cenar me sorprende.

Bajo un poco en "shock" por lo ocurrido. No merece que lo escriba en mi diario. Sé con certeza que un playboy no puede enamorarse, siempre quiere más de lo que ve. Es como un mono. Todo cuanto quiere lo posee. Siempre se saldrá con la suya. Es simple capricho, no amor.

Me siento en la silla y comienzo a comer la lasaña. Entonces un recuerdo repentino vuelve a mi cabeza lo que provoca que deje de masticar y abra los ojos como platos. Larwen se acercó a la parte de mi escritorio donde estaba mi diario antes de irse.

—Imbécil— susurro y salgo de la casa —¡Larwen!— grito a los cuatro vientos. Creo que casi me quedo sin voz.  No hay nadie en el jardín delantero y puedo ver como su moto no está. Mierda.


Narra Blair Larwen

La observo sentada en la cocina. Ya veo que ama la lasaña. De repente se dirige corriendo hacia la entrada. Mierda. Escondo mi moto en los matorrales y me agacho para que no me vea.

—¡Larwen!— grita ella. Río en voz baja hasta que vuelve dentro de su casa. Esta chica es demasiado espontánea.

Abro el diario y compruebo que sale mil y una vez el nombre de Emily y Matthew. El mío no sale por ninguna parte. Que triste.

Lo leo por encima desde el primer día de clase. Aquí si que sale mi nombre, bueno, mi apellido. 

"Los Larwen son una familia despreciable que no sabe más que hacer daño a la gente con menor estatus social que ellos. Como pasó en el juicio de Roland Sharp"

¿Roland Sharp? Abro los ojos como platos al darme cuenta de que ella es la hija de la familia que odia tanto mi madre ¿Cómo no he caído antes en eso? ¿Seré idiota? No puede ser verdad.  Rebeca fue a la que mi madre... Niego y conduzco a casa.


𝓝𝓸 𝓽𝓮 𝓮𝓷𝓪𝓶𝓸𝓻𝓮𝓼 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓪𝓹𝓾𝓮𝓼𝓽𝓪   [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora