Me calaste hasta los huesos.
Te colaste en mi mente,
y te quedaste a vivir ahí.
Me acosté en tu pecho,
conté tus latidos.
Te confié mis mayores miedos,
y los destruiste para mí.
Sé que no me has fallado.
Los humanos cometen errores de forma tan fácil como lo es vivir.
¿Cómo no iba a perdonarte?
A ti.
A mi.