Nos comportamos como rompecabezas esperando coincidir.
Tú no eras mi otra mitad ni yo la tuya. Pero aún así encajamos a la perfección.
Así que ahora mírame a los ojos y júrame que no estamos hechos el uno para el otro.
Fue justo entonces cuando empezó a llorar sangre por sus ojos.
Era un ángel y no podía mentir. Estaba enamorado de mí y yo lo sabía y el también joder.
Que no me importa que seamos de mundos diferentes. Te amo y eso es lo único que veo.
Te veo a ti
y a mi
juntos.
En un paraíso paralelo interpretando papeles rotos a pedazos de un guión que nunca se escribió.