Quiero acariciar tu cuerpo y sentir tu pecho contra el mío. Inhalar tu alma en un sólo respiro. Es obvio mi deseo, sentir tus labios rozando los míos. Te pienso como de costumbre y esta vez te imagino frente a mí. Tus ojos negros me invitan a unirme a tu locura. No existe principio ni fin. Sólo un efímero paréntesis de tiempo, en el que sólo tú y yo somos infinitos. Me haces tocar el cielo cada vez que me sonríes. Conoces bien el universo. Podrás hacerte una idea de cómo es el mío si te miras al espejo. Escribo tu nombre con el pincel empapado en lágrimas. Esas que amanecen cuando estás ausente. Sucedió en el primer instante en que te vi. Fue un solo intercambio de miradas. En ese efímero margen de tiempo te entregué mi vida y tú a mí la tuya.
Que veo el sol marcharse al atardecer de cada día y tú no estás a mi lado. Cómo pretendo dormir por las noches si en mi cama hay un vacío que sólo tú puedes llenar. Observo las estrellas y escojo una, la más brillante de todas. Me recuerda a ti, mi vida. Porque jamás he conocido a alguien que brille tanto como tú. De una forma tan especial. Soy completamente capaz de cometer cualquier adversidad si de ti se trata. Paralizas el tiempo cuando estamos juntos. Porque en un abrir y cerrar de ojos ha pasado un día entero desde que empezaste a besarme. Tú y yo. Juntos. Somos fuegos artificiales y sinfonías explotando en el cielo al son del viento. Contigo me siento viva, me haces sentir la vida.