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Quizá no valía la pena
tanto dolor a cambio de unos pocos segundos de felicidad efímera.
Continuo narrándome  mientras el rencor se apodera de mi cuerpo
que fuiste tú quien me subió al cielo.
El demonio que me entregó su corazón y me enseñó a amar.
Ahora llevo tatuada tu esencia.
Y en tu defensa diré
que tengo más cicatrices que cara, pero es la belleza que me hace humana.

sólo juntos somosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora