Capitulo 6. Déjame en paz.

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La cena transcurría tranquila entre anécdotas, risas, apretones de manos debajo de la mesa para no ser descubiertas, miradas, la mejor parte fue cuando mi hermano cantó una canción y luego Camila, cantó por primera vez delante de mí, de mi familia y sí que tenía una voz hermosa, yo pagaría por ir a verla si ella fuera famosa, por supuesto que lo haría. Al principio tenía algo de vergüenza y se había negado rotundamente pero terminó cediendo por lo mucho que le insistimos, cantó una pequeña parte de This Is Me, una canción de Camp Rock. Definitivamente ella debería ser cantante.

Ojala se quedaran aquí por siempre— Dijo Camila soltando un suspiro, todas las miradas se posaron en ella, mamá sonrió dulcemente pero a la vez también era una sonrisa nostálgica, tomé su mano pero esta vez sobre la mesa dándole un apretón para que supiera que todo estaba bien.

—Nos encantaría pero... tenemos toda nuestra vida allá en Venezuela— Comentó mi madre a la que Camila le sonrió levemente, acaricie su mano con mi pulgar lentamente mientras que le pedía a Dios internamente que nadie tocara el tema de mi regreso a Venezuela, aun no le había contado a Camila que debo estar allá antes de marzo.

—Por lo menos ______ tiene hasta septiembre— Murmuró mirándome directo a los ojos, su mirada reflejaba tristeza lo que hizo que mi corazón se arrugara.

—_______ tiene que estar en casa antes de marzo— Habló mi padre con voz firme haciendo que Camila rompiera el contacto visual conmigo y lo mirara con el ceño fruncido. Unos de mis peores temores había salido a la luz, tragué seco apretando un poco más su mano sin hacerle daño —Así lo ha decidido la embajada americana en nuestro país, hemos hecho todo lo posible para que nuestra hija se quede estudiando el año completo y se quede en verano — Tomó una pausa mirando a Camila con preocupación en sus ojos.

— ¿Camila, estas bien? ¿Por qué estas llorando?— Preguntó Aran algo desconcertado dejando sus cubiertos a un lado.

No me atreví a verla, no podía mirarla a los ojos que seguro estaban rojos por las lágrimas que bajaban por sus mejillas.

— ¿Desde... cuándo lo... saben?— Se pudo notar que le costó pronunciar las palabras, su voz quebrada hizo que sintiera a mis ojos arder, las lágrimas también amenazaban por salir pero las pude controlar, mi mirada estaba fija en mi mano sobre la suya.

—Desde hace un mes.

Y fue allí cuando retiró su mano alejándola de la mía, su movimiento no fue brusco, podía sentir su mirada en mi perfil al punto de que me sentí incomoda, no me atrevía a mirarla, simplemente no podía.

Luego de unos largos segundos muy incomodos ella habló.

— ¿Por qué no me lo habías dicho, ______?

Me tensé, no sabía que decir... o si lo sabía pero no lo iba a decir delante de mi familia así que simplemente me encogí de hombros.

Hija— Miré a papá que nos miraba confundido —Camila esta dolida porque no le comentaste nada... ve arriba y habla con ella— Habló con autoridad, de inmediato supe que era una orden y no una sugerencia.

—No hace falta que...

Vamos— la interrumpí levantándome de mi lugar, alejándome de aquella mesa caminé en dirección a las escaleras confiada en que Camila me seguía.

En mi mente estaban pasando un montón de excusas, que se me olvidó, que no sabía cómo decirle, que se lo iba a decir más adelante... cuando la realidad es que no quería decirle que me iría antes de tres meses.

Enamorada de una venezolana (Camila Cabello y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora