Kim Jinwoo

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Un cuarto iluminado por una luz roja es el escenario principal. Lo más correcto es llamarle una cámara oscura donde se llevan a cabo los revelados de las fotografías, existe por ahí alguna explicación (como todo lo tiene en esta vida ¿es de esta manera?) pero resulta tediosa a lo que es factible referirse a esta como un cuarto iluminado por una luz roja, sencillo, sin embarullarse entre sofisticaciones técnicas.

Fotografías vuelan alrededor, fluyendo como una llovizna de recuerdos capturados; los rostros no se logran percibir, se trata más de borrones que fugazmente se cruzan en su campo de visión, pero irónicamente conoce que en todos estos solo una persona es la protagonista de su mediática obsesión. Sin embargo está bien, así debe de mantenerse, es natural, apacible, destinado a quedarse en este cuarto mientras las fotos lo envuelven agradablemente "Si tan solo comprendieras lo que siento por ti" suspira fuertemente.

Una cámara cuelga de sus manos, pendiéndose con el cordón, lo balancea con la punta del dedo índice como si se tratara de un columpio. Despreocupadamente cierra los ojos, danzando entre la lluvia de fotografías, imaginado que cada que rozan su piel, son caricias de su amante prohibido. La cámara anda peligrosamente entre sus dedos, acoplándose a la melodía clásica que resuena agradablemente en la sala; sin embargo esta no lo soporta más, siguiendo las leyes de la física es que se cae impactando aparatosamente contra el concreto. Empero hay algo que no cuadra, es la sangre que brota como si se tratara de un ser humano y no una simple cámara.

Angustiado por su descuido, se deja caer de rodillas creando un sonido hueco, doloroso; trata de unir las piezas pero no hay remedio, así que solloza abrazando la cámara entre sus brazos, manchando su camisa con el color carmesí "¿Que he hecho?" Abre los ojos virando el desorden que se traduce a algo más personal que físico. Empieza a temblar, una apabullante marea gélida lo deja inerte, su cuerpo cae de lado, su respiración es irregular.

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