Song Minho

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En una recámara vacía, sin ningún mueble presente más que el lienzo de un pintor en su total blancura; descansan flores impolutas que lo adornan como un marco a la belleza no reflejada en los pinceles. Existe cierta armonía reflejada en la quietud del espacio cuadrado que rodea una nada, exaltando el sólo lienzo ansioso de exponer alguna obra de un artista desesperado del conocimiento de sentimientos enrevesados, marcados por colores tenues que poco a poco le desgastan mentalmente.

Es entonces que el resonar del flash de una cámara rompe con esta mutez pacífica. Buscando de un extremo a otro de donde viene la interrupción repentina de un agobiado fotógrafo. El click se hace presente constantemente, rompiendo toda consonancia que pudo haber sido, pero murió en el intento de ser, no se detiene por lo que las flores resienten un poco la insistencia. Click, las flores ahora están con unos puntos rojos y el cuadro que antes se hallaba vacío tiene de esas mismas surgiendo desde el centro como punto fluctuante. Click ¿es eso sangre? Click, click, click. 

 

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