Capítulo 3

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Legolas apartó una rama de su camino, atento a los sonidos de su alrededor. Estaba casi en la frontera del Bosque Negro, cada vez más cerca de las Montañas Nubladas. Llevaba todo el día en el bosque y estaba a punto de ponerse el sol. Volveré cuando me haya asegurado de que no quedan más trampas, se comprometió.

Se había encontrado con una patrulla hacía una hora y se habían sorprendido de ver allí a su príncipe y sin escolta.

"¡Su alteza! No te esperábamos aquí."

"¿Cómo va la patrulla? ¿Encontrasteis algo?" –preguntó Legolas, con la esperanza de que hubieran descubierto a los responsables.

"Todavía no, su alteza. A pesar de que hemos esperado varios días, nadie ha venido a comprobar las trampas, pero hemos destruido todas las que hemos encontrado" –informó uno de los guardias.

Pero Legolas no estaba satisfecho y no lo estaría hasta revisar la zona él mismo. Nunca habría imaginado que Tonto e Idiota se alejaran tanto y no quería ni imaginar qué pasaría si alguno de los elfos del Bosque Negro se encontraba con una trampa mortal insospechada.

Cuando llegó a las faldas de la montaña era casi de noche. Legolas miró hacia arriba pero no fue capaz de ver la cumbre. Entonces se dio la vuelta para volver al bosque y algo le llamó la atención. Había un delgado hilo a una pulgada del suelo, así que se acercó con cuidado, asegurándose de no tocarlo para no activar la trampa que sabía que había encontrado.

Cogió un palo largo, se acuclilló y tocó el hilo con él. Éste se rompió y con un fuerte silbido por la velocidad, una estaca de madera surgió de los arbustos. Si se hubiera quedado de pie, habría acabado con ella enterrada en las costillas.

Una vez pasado el peligro inspeccionó el mecanismo. El artilugio era demasiado grande como para ser solo una trampa de cacería, pero por las heridas de Tonto e Idiota pensó que serían más pequeñas. ¿Qué están cazando exactamente?

Encontró trampas similares por los alrededores y las destruyó. La mayoría de ellas estaban a los pies de la montaña, así que Legolas eligió otro camino para volver, asegurándose de no dejar ninguna atrás. Encontró la última bajo un gran roble al ver un hilo entre dos arbustos. Al igual que antes, utilizó el palo para desactivarla, pero en vez de salir una estaca de los arbustos, una lanza salió volando hacia él.

Legolas lo vio demasiado tarde y saltó para apartarse de su camino, pero no fue lo bastante rápido. La lanza lo golpeó en el muslo, atravesando la piel y el músculo. La fuerza del golpe hizo que chocara contra el tronco de un árbol y se quedó aturdido un momento antes de que la agonía estalló en su pierna.

Apretando los dientes y maldiciendo, sujetó la lanza y la sacó de un tirón. Su sangre empezó a fluir de la herida y volvió a maldecir. Rompió un trozo de su manga y la envolvió alrededor de su pierna. Irónicamente era la misma que le había apuñalado Arulin hacía seis meses.

Sujetó la piedra manyan que llevaba bajo la camisa y miró a su alrededor en busca de una fuente de agua. Recordaba haber pasado por un arroyo hacía rato, así que tras recoger el arco que se le había caído y usándolo como muleta, avanzó cojeando dolorosamente.

Debía llevar dando tumbos no más de media legua cuando de repente captó algo extraño. Frunciendo el ceño, intentó calmarse y ver dónde notaba la presencia. No escuchaba nada, a pesar de que sabía que algo se acercaba cada vez más, así que preparó una flecha en el arco y se preparó para enfrentarse a la amenaza. Sin embargo, estaba cada vez más alarmado, pues se notaba cada vez más mareado por la pérdida de sangre.

Se obligó a mantenerse en pie, pero no pudo evitar balancearse por el mareo, cada vez más débil. Para su horror, perdió el equilibrio y cayó de bruces en el suelo. La flecha salió sin rumbo hacia la oscuridad y Legolas se quedó allí, inmóvil, perdiendo poco a poco la conciencia.

Lo último que vio antes de desmayarse fue el rostro feroz de unas criaturas pequeñas y robustas que se acercaban... enanos.

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Arwen sonrió al leer lo que ponía en la lápida.

"Aquí yacen Tonto e Idiota. Bichos molestos, amigos y héroes. Que los Valar los protejan –se giró hacia Keldarion-. Qué bonito, Kel."

Keldarion observaba el montículo de tierra y sonrió.

"Fue idea del rey. Lo sacaban de quicio, pero en el fondo los adoraba."

Los cuatro se quedaron en silencio en el cementerio real, haciéndole homenaje a las dos pequeñas criaturas que habían traído alegría (o caos) al Bosque Negro.

Entonces una ráfaga de viento azotó los árboles que tenían alrededor y Keldarion alzó la vista, inquieto de repente. Arwen y los gemelos se miraron, dándose cuenta de que el viento enviaba un mensaje.

"¿Kel?" –preguntó Arwen, sabiendo que el príncipe podía entenderlo.

"Nos está diciendo algo –Keldarion se enfrentó a sus amigos-. ¡Algo malo le ha pasado a Legolas!"

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Cuando volvió en sí, Legolas gimió por el dolor en su muslo herido y entonces se dio cuenta de que estaba sobre el hombro de un enano muy robusto. Debido a la menor altura del enano, las piernas de Legolas casi rozaban el suelo.

Sin esperar más, el elfo tiró del pelo del enano y lo golpeó en la ingle con la pierna sana. Con un fuerte '¡uf!', el enano lo soltó y el príncipe elfo cayó al suelo. Se puso en pie al instante, adoptando una postura defensiva y los miró con recelo. Eran diez, armados con hachas y palas y parecían fuertes a pesar de su altura.

"¡¡Cogedlo!!" –ordenó el que parecía el líder.

Los enanos lo atacaron todos a la vez, pero Legolas golpeó a uno en la nariz y le dio un codazo a otro en el pecho. Había conseguido darle un rodillazo a otro en el tórax cuando lo golpearon en la pierna herida, haciéndole gritar de dolor y caer al suelo otra vez.

Se lanzaron sobre él de inmediato, sentándose sobre su espalda y sus piernas para inmovilizarlo, pero Legolas no iba a rendirse, así que tiró de la barba de un enano con la mano libre. Éste aulló de dolor, cogió un hacha y lo golpeó en la sien con el mango. Legolas se desplomó cuando todo se puso negro.

"¡Atadlo! ¡No podemos dejar que escape!" –gritó el líder.

Los demás siguieron sus órdenes. Ataron a Legolas de pies y manos y entonces se lo llevaron.

Con todo el revuelo, no vieron la cadena con la piedra manyan que brillaba débilmente en la oscuridad bajo unas zarzas...

Y ya estamos otra vez en el follón XD ¿Qué no le ha pasado ya a Legolas?

Trampas en el BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora