Nunca creí en el amor a primera vista. Mi mente no podía concebir el quedar cautivado por alguien simplemente al verlo, era ridículo. No creía en ver a alguien y querer pasar el resto de mis días con ese alguien con sólo ver profundamente a sus ojos o sentir su piel sobre la mía; no creía en ver a alguien y sentir una profunda conexión que va más allá de lo físico y de la atracción. No creía en nada de eso hasta que la conocí.
Mi historia comienza cuando estaba por terminar mi carrera. Me faltaba un año para poder graduarme, estaba más que emocionada por comenzar a trabajar. Donde nací es un lugar muy pequeño donde sólo hay estudio hasta el bachillerato por lo que mis padres me enviaron a estudiar lejos de casa; una de mis ilusiones era regresar a mi pueblo y ayudar a la gente de ahí, pero el destino tenía algo diferente para mí.
Empezando el octavo semestre de la carrera, se abrió una convocatoria para estancias cortas en el extranjero. El viaje constaba de diez semanas en la ciudad de Toronto, en Canadá, con la finalidad de perfeccionar el inglés y estar en contacto con la cultura canadiense. La idea me entusiasmo mucho desde el inicio, pero sabía que implicaría gastos fuertes para mis padres.
Hablé con el director de la Universidad y le comenté sobre mi situación; tenía muchas ganas pero no tenía el dinero suficiente para sostenerme estando allá. Tomando en cuenta mis destacadas calificaciones, el director me ofreció un pequeño empleo en la escuela. Realmente no era mucho dinero pero al menos tendría para sobrevivir allá, en caso de que me ganara la beca. El no estar involucrada en conflictos y tener buenas calificaciones rinde frutos y ahora, cuando más lo necesitaba, los veía. Estaba más que agradecida por eso.
Dos semanas después de haber tenido la reunión con el director de mi universidad y después de haber entregado mis papeles en tiempo y forma, me llamaba para decirme que había sido seleccionada y que para la segunda semana de junio estaría partiendo a Canadá. Mi alegría era inmensa, conocería un lugar nuevo, comida nueva, estaría con una cultura diferente y estaría hablando la mayor parte del tiempo en inglés. Lo cual me alegraba y me daba un poco de temor a la vez. El papeleo fue realmente rápido, en poco tiempo tenía la visa y el pasaporte; incluso la información de la persona con la que me quedaría estando allá. Y, por supuesto, la escuela a la que iría.
Las semanas de trabajo se pasaron más rápido de lo previsto. Prácticamente todo mi fin de semana era invertido en trabajar en la escuela. A veces cubriendo los turnos de los maestros que no llegaban; apoyando a los grupos más grandes; haciendo círculos de estudio con alumnos con áreas de oportunidad. Todo lo académico me incumbía y realmente lo disfrutaba porque quería ser buena en mi trabajo. Así que esto me ayudó a conseguir dinero y fue una buena práctica para mi futuro cercano en las aulas de clase.
No sé en qué momento pasó tanto tiempo y de pronto me encontraba haciendo maletas, preparando lo necesario para irme. Abrí una cuenta para mi dinero; compré una cámara y una maleta lo suficientemente grande para mi ropa y los útiles escolares los compraría estando allá. En un abrir y cerrar de ojos, faltaban solamente tres días para mi partida.
El día del vuelo mis padres me acompañaron a la capital; salimos desde muy temprano para estar en el aeropuerto a la hora pactada. Por primera vez mi padre se mostró un poco emocional y le vi unas cuantas lágrimas; él insistía en decirme que era de felicidad, pero yo sabía que de alguna manera estaba aceptando que mi vida ya estaba tomando un rumbo muy lejos de casa, a pesar de que miles de veces le había dicho que tenía como meta regresar a trabajar a nuestro pueblo. Comenzaba la etapa de mi vida donde la independencia comienza a prevalecer.
Recuerdo haber viajado en avión hace muchos años pero era muy pequeña como para recordar la sensación. No éramos de una familia rica pero teníamos lo suficiente para sobrevivir. Ese único viaje lo hice gracias a una de mis tías que me llevó de paseo, fue mi regalo cumpleaños. Lo que sí recuerdo de ese viaje es un delicioso pastel de chocolate que me dieron de postre; aunque no creo que sea igual ahora.
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Twin Flame
RomanceNunca creí en el amor a primera vista. Mi mente no podía concebir el quedar cautivado por alguien simplemente al verlo, era ridículo. No creía en ver a alguien y querer pasar el resto de mis días con ese alguien con sólo ver profundamente a sus ojos...