Parte 8

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Every limit overcome.
As we are tangled we are one


Vimos películas por una buena parte de la noche y en algún momento nos quedamos dormidas, ella sobre mi hombro y yo sobre el sofá. Cuando desperté, Rachel no estaba en la cama. Un poco aturdida me quedé sentada en el sillón por unos momentos. Cuando me sentí un poco más despierta me levanté a buscarla; estaba en su estudio, tomando café y pintando.

La observé por una largo rato, estaba en su elemento; se veía tan tranquila, tan suelta, incluso la forma en cómo se paraba era diferente. Se veía más alta... no lo sé. Hay algo en ella que la hace ver diferente cuando está aquí. Siempre me gustó el tiempo que pasábamos aquí; nos transportábamos y eso era mágico.

-Hola- pegó un brinco.

-Diablos, mujer, ¿me quieres matar?- Sonreí.

-¿Cómo estás?-

-Estuvo en mis sueños pero no como antes... ahora se ve feliz, contenta.-

-Me alegra muchísimo eso- me acerqué a donde estaba -¿qué haces?-

-Desperté con ganas de pintarla- suspiró –no quiero olvidar cómo era su sonrisa.-

-No creo que lo hagas- viré y vi las mariposas que pintamos alguna vez. Con mis dedos dibujé las suaves siluetas de la pintura.

-Eso es tuyo, Vio.-

-Yo no lo pinté.-

-Cierto, yo las pinté para ti, así que es tuyo- el cuadro estaba lleno de mariposas de muchos colores; debajo de ellas la silueta de un lago donde se reflejaban hermosamente.

-Es precioso.-

-No tanto como tú- volteó a verme con una sonrisa.

-Rachel- advertí.

-¿Qué? No puedes privarme de mi libertad para expresarme- rodé los ojos. –Vamos a desayunar y después sigo molestándote.-

-Termina de pintar, yo hago el desayuno.-

-He mejorado, lo prometo.-

-No me fío- sonrió, le correspondí antes de salir de ahí.

Afortunadamente durante el desayuno no me molestó y tuvimos una charla muy agradable, nos pusimos al día con las cosas que nos habían acontecido. Era como si el tiempo no hubiera pasado entre nosotras y me di cuenta que era estúpido comportarme de mala manera con ella. No podía permitir que el miedo fuera obstáculo para llevarnos bien. Aunque una cosa era decirlo y otra muy diferente hacerlo.

Casi salí corriendo de su casa cuando terminamos de desayunar. Ella se ofreció a llevarme pero decliné la oferta. No quería pasar más tiempo con ella, no con la confusión que reinaba en mí. Cuando Rachel se despedía de mí en la puerta una mujer estaba frente a nosotras. Su sonrisa se desvaneció de inmediato.

-¿Otra vez?- Se dirigió a la castaña.

-No, mamá, no es eso.-

-He escuchado eso muchas veces, Rachel- dirigió de nuevo sus ojos a mí.

-Mamá, por favor- suplicaba que se detuviera.

-¿Cuánto quieres para no volver a ver a mi hija?- Se dirigió a mí.

-Yo... yo... -tartamudeé.

-¡Mamá, ella no es una prostituta!- Dijo desesperada Rachel.

-Sólo soy una amiga pero ya voy de salida- balbuceé.

Twin FlameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora