Los últimos días me he sentido totalmente estúpida. Después de aclarar las cosas con Raúl, la realidad se hizo aún más evidente: Ezra era una parte de mi vida que no quería que desapareciera y por tanto tenía que ver si aún quedaba alguna posibilidad de recuperarle. Sin embargo, las cosas en vez de resultar más fáciles, se complicaron aún más. Para empezar, cambió sus turnos en el hospital, de forma que acudíamos días diferentes y para terminar, cuando quedaba con Oli, A.J. y el resto, él nunca estaba. Definitivamente había decidido marcar distancias y yo no tenía valor suficiente como para llamarle. Solo de pensar en la posibilidad de que pudiera rechazarme abiertamente, me ponía mal cuerpo y la opción más probable era esa, ya que se había alejado totalmente de mí. No tuve valor para preguntar al resto del grupo si es que había vuelto con Enma, aunque algo en mi interior me hacía suponer que sí.
Sentada en el suelo de mi habitación miro hacia el exterior, como la mayoría de los días, hace buen tiempo pero no me apetece salir. Aunque es sábado, ni siquiera he quedado con Oli más tarde, ni creo que lo haga. No estoy con ganas de fiesta...
Resoplo contrariada y pienso en mi madre. En estos momentos es cuando más la echo en falta, ojalá pudiera estar conmigo para poder charlar con ella y escuchar sus consejos o al menos unas palabras de ánimo.
De pronto recuerdo el cd que acompañaba la carta de mi madre y que aún no he visto. Pienso si tengo el valor suficiente para saber qué hay en él y me sorprende a mí misma el arrojo que surgen de mi interior y que me anima a levantarme del suelo y buscarlo.
Bajo con él, dispuesta a ponerlo en el reproductor y acto seguido me siento en el sofá. Con mano temblorosa busco el menú del disco y en él aparecen dos archivos, uno a nombre de mi padre y otro al mío. Selecciono el segundo y doy al play creyéndome preparada para lo que me voy a encontrar, sin embargo en el momento en el que aparece la imagen de mi madre, siento algo romperse en mi interior. Pulso el stop para que la imagen desaparezca y me quedo mirando la pantalla de menú. Nerviosa me levanto y paseo por el amplio salón, intentando calmarme. Ya no estoy tan segura de que haya sido una buena idea. Me detengo en la mesita de la entrada y doy varios golpecitos con el mando contra la madera mientras intento decidir qué hacer. "Venga, no seas cobarde". Respiro hondo varias veces y regreso a mi asiento. Por segunda vez en apenas unos minutos, pongo en marcha la reproducción. De nuevo el miedo me golpea, sin embargo no doy al stop sino a la pausa. La televisión me devuelve la imagen de mi madre y yo la estudio con atención. Está sentada en el sillón de la sala, ese que le gustaba usar para leer porque la luz de la ventana iluminaba directamente el rincón. La recuerdo tantas veces sentada en él, con un libro en su regazo, es tan vívida esa imagen... que duele. Me detengo a pensar cuándo pudo grabar este vídeo y por su aspecto, sé que no fue durante los últimos meses sino bastante antes. Eso significa que la decisión de no seguir con el tratamiento la tomó antes incluso de lo que yo imaginaba.
—¿Cuánto tiempo estuviste planeándolo todo, mama?
Sé que seguramente nunca llegue a obtener la respuesta a esa pregunta, sin embargo la curiosidad por saber qué es lo que quiere decirme, es más fuerte que el dolor que siento ahora mismo. Aprieto los dientes y de nuevo pongo en marcha la grabación.
—Hola cariño. No sé cuánto tiempo habrá pasado desde que me fui, solo espero que mis palabras no hayan perdido todo el sentido. No voy a darte explicaciones, no voy a contarte por qué he tomado ciertas decisiones, no lo voy a hacer porque espero que respetes mi forma de hacer las cosas, aunque no estés de acuerdo con nada de lo que he hecho. Sí, hija sí, te conozco lo suficiente como para imaginar cada una de tus reacciones, para entender tu enfado y tu frustración. Sé que no será ni hoy, ni mañana, ni puede que dentro de un año, pero un día, aceptarás todo lo ocurrido y seguirás adelante.
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La vida vuelve
Fiksi RemajaAlma es una chica de 19 encerrada en sí misma. Llega a una pequeña ciudad costera para empezar en la escuela superior de arte, aunque a cambio tendrá que vivir con un padre al que apenas conoce. Por azar o por destino, el primer día coincide con Ezr...