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Tras la repentina marcha de Tyler volví a ponerme los cascos y mire la hora. Aún era pronto para mi. A mi madre aún le faltaría al menos media hora para salir. Mi estomago gruñó y decidí ir al bar para ver si podía pillar algo de comida.

- Hola cariño – dijo mi madre en cuanto me vio, porque si, mi madre es la que se encarga del bar del instituto. Muy pocos lo saben, de hecho creo que sólo dos personas, mi amiga Raquel y Adrián, un chico con el que salí de un curso superior.

Vengo con mi madre en coche por eso tengo que esperarla todos los días a la salida. No quiero que la gente se entere porque mi madre a parte de estar bastante loca se lleva muy bien con los profesores y paso de que piensen que su amistad influye en mis notas, algo que por supuesto es totalmente incierto. Ya quisiera yo que me subieran la nota sin merecerlo. No suelo suspender, a excepción de Matemáticas, pero tampoco voy muy sobrada.

En cuanto me vio mi madre me pasó un plato con un trozo de tortilla de patatas mientras terminaba de recoger y una hora más tarde por fin nos fuimos a casa. No vivíamos nada cerca del instituto por eso íbamos en coche. Alguna vez si mi madre tenía que quedarse más de lo normal yo me iba en autobús pero era un fastidio porque tardaba mucho en llegar a casa, además el autobús no pasaba con demasiada frecuencia.

Mis padres formaban un matrimonio algo extraño. Desde que se casaron mi padre ha trabajado de tardes y mi madre de mañanas por lo que apenas se ven, pero parecen llevarlo bien, de hecho creo que lo agradecen. No es que se lleven mal pero son muy diferente y les gusta llevar a cada uno su propio estilo de vida. Mi padre suele viajar los fines de semanas a diferentes campeonatos de ajedrez y mi madre que yo sepa nunca le ha acompañado, ni siquiera antes de que yo naciera.

Mientras que mi padre es una persona seria al que le gusta tener todo controlado, cuidar lo que comemos, lo que vemos y hacemos, mi madre es todo lo contrario. Ella es descontrol, desorden y alegría. Cuando era pequeña y aún no iba al colegio entre los dos me volvían loca. Por las mañanas con mi padre todo llevaba un horario. Raras veces me ponía la tele y si lo hacía era para ver documentales. Desde bien pequeña cogí algo de fobia a los animales. Siempre viendo como se comían los unos a los otros. Nunca consiguieron llevarme al zoo. La comida era orgánica, ecológica, o biológica, ... no lo sé, mi padre usaba mucho esas palabras pero nunca llegué a entenderlas.

Las tardes en cambio no tenían ningún tipo de horario o rutina. Si se acordaba me bañaba y sino pues nada. Me daba de comer lo primero que pillaba de la nevera o pedía por teléfono. En la televisión veía cualquier cosa y podía pasar horas así mientras mi madre fumaba o bailaba a mi alrededor. Si, definitivamente mi infancia fue un poco caótica, pero creo que no he salido tan mal. Supongo que todo ello me llevó a aficionarme tanto a la lectura, sobre todo en los últimos años. Los libros me ayudaban a escapar de las locuras y manías de mis padres y cada vez me aislaba más en mi cuarto para olvidarme de la realidad.

Nunca he sido de muchos amigos, si bien no suelo tener problemas para relacionarme soy más de pocos amigos pero valiosos. Lo que ocurre es que normalmente tomo mucha confianza demasiado rápido, lo que me ha causado más de un problema, por eso he decidido ser más selectiva. Es mi método de supervivencia.

Este año ha sido demasiado malo en el tema de amistades. La mitad de ellos lo único que piensan es en llegar al fin de semana para beber y emborracharse y la otra mitad está excesivamente preocupada con los estudios, tanto que apenas salen por quedarse a estudiar. Y luego está Raquel, mi mejor amiga. Ella era del primer grupo pero repitió curso y sus padres están procurando que se vuelva del segundo. Así que prácticamente el único lugar donde la veo es en el instituto.

Aprovechamos los recreos para contarnos a toda prisa las novedades. Sus padres le han puesto un riguroso horario de estudio e incluso de uso del móvil por lo que no podemos escribirnos mucho una vez que llega a casa.

Hablando de ella tengo un mensaje suyo.

- Kelita: Martuxi, ¿estas ahí?

- Kelita: Eooooo

- Sra. de Mellark: Aquí estoy. ¿Cómo va todo?

- Kelita: Sin novedades. ¿Y tú? Aún no me has contado nada sobre el chico nuevo (ya no tan nuevo).

- Sra. de Mellark: ¿Tyler? ¿Y qué quieres que te cuente?

- Kelita: Pues ... como es. Y no me refiero a físicamente, porque para eso tengo ojos y ya se los he puesto encima.

- Sra. de Mellark: Pues ... no es la gran cosa.

- Kelita: Es nuevo y está bueno. Si es la gran cosa.

- Sra. de Mellark: Es un poco creído. No, miento, es muy creído.

- Kelita: Ya será para menos. Por cierto he oído por los pasillos que Adri ha cortado con Luna.

- Sra. de Mellark: ¿Y??????

- Kelita: Vuelve a estar disponible ...

- Sra. de Mellark: Vale ... no me interesa.

- Kelita: Oh, vamos. ¿No volverías con él?

- Sra. de Mellark: NO

- Kelita: Has tardado.

- Sra. de Mellark: ¿Qué dices?

- Kelita: Que has tardado en responder. Eso es que te lo estabas pensando.

- Sra. de Mellark: No, eso es que me estaba subiendo al coche y no puedo abrocharme el cinturón y escribir a la vez.

- Kelita: Lo que tu digas ...

- Kelita: Sorry, tendremos que seguir hablando mañana. Ya han llegado mis padres. Nos vemos.

- Sra. de Mellark: Ok. Bye.

- Kelita: Aún sigo aquí. Y quiero una foto del sexy Dawson.

- Sra. de Mellark: ¿Dawson? ¿Y ese quién es?

- Kelita: Tyler. Que me he liado.

- Sra. de Mellark: ¿Qué? No.

- Kelita: Si, por favor, por favor, por favor. Ay, tiene esos ricitos tan monos.

- Sra. de Mellark: Eso es lo único mono en él.

- Sra. de Mellark: Bueno y que es zurdo.

- Kelita: ¿Zurdo? Nunca entenderé que tienes tú con los zurdos. Ahora si, te dejo. Hasta mañana loca.

¡No eres Peeta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora