Un día quedamos varios de clase para ir a la piscina. Acudimos Adán, Sonia, Tyler y yo.
- Echame crema en la espalda, por favor – le pedí a Sonia mientras le pasaba el bote sin girarme.
Soy bastante blanca, necesito mucha crema y de un factor alto. Ella no dijo nada y al poco noté como la extendía por mi espalda, pero ... había algo raro. ¿Desde cuando Sonia tenía unas manos tan grandes? Me giré y vi a un sonrojado Tyler.
- Pensé que eras Sonia – dije.
Él sonrió sin mirarme y siguió con lo suyo. Cuando terminó me devolvió el bote.
- ¿Quieres que te eche? - le pregunté. Tyler asintió y se giró.
Lo bueno de tenerlo de espaldas era precisamente eso, que no podía ver mi cara.
- A mi también – pidió Adán después y ya se fue toda la vergüenza de mi rostro.
- Ya que estamos – dijo Sonia colocándose frente a mí.
Cuando terminé con todos nos pusimos a hablar y a contar lo poco que habíamos hecho desde que terminó el instituto.
- ¿Vamos al agua? - preguntó Adán levantándose.
- Ahora os alcanzo – les dije mientras le escribía un mensaje a Raquel que no había podido venir y guardaba el móvil. Tyler se quedó conmigo esperándome.
Iba a levantarme cuando lo vi, sonreí mientras lo cogía.
- Toma - dije con una gran sonrisa al pasarle el diente de león.
Él me miró desconcertado un momento antes de soplar la flor. Yo puse mala cara.
- ¿Qué? ¿Querías que lo conservara? - preguntó desconcertado.
- No, quería que lo entendieras.
Me levanté y fui a reunirme con los demás. No sé exactamente que pretendía al darle el diente de león. Quería que encontrara el significado, que lo asociara con Los juegos del hambre, aunque realmente no sabía que había querido decirle. ¿Acaso era una especie de declaración por mi parte? ¿Le había insinuando que él era "mi diente de león"? Me sumergí bajo el agua hasta que no me quedó más remedio que salir a respirar. ¿Qué había hecho?
Tyler apareció a mi lado y nos pusimos a nadar y hablar de tonterías. Él no mencionó lo que acababa de ocurrir y yo después de un rato ya fui capaz de mirarlo de nuevo a los ojos.
Estaba buscando a Adán y Sonia cuando me pareció ver como se deban un furtivo beso.
- ¿Has visto eso? - le pregunté a Tyler.
- ¿El qué?
- Nada ... me lo he debido de imaginar – contesté. No estaba segura de lo que había visto, había sido muy rápido.
- Hola chicos – escuchamos una voz conocida.
- Hola Ro – le dijo sonriendo Tyler.
¿En serio? ¿Hola Ro? Mi cara debió ser muy parecida a la de Katniss en la película En llamas cuando Peeta accede a bajarle la cremallera del traje a Johanna en el ascensor.
Ella se tiró al agua con un perfecto salto de cabeza. Yo en cambio me tiraba como una patata. Coge un patata y tírala al agua ¿has visto como cae? pues igual caía yo. Por mucho que se empeñaron tanto mis profesores de natación como amigos y familiares no hubo forma, nunca conseguí tirarme de cabeza. No era por miedo ni nada parecido, era simplemente que no podía. No le puedes pedir peras al olmo, hombre en realidad sí, puedes pedírselas si quieres, pero no te las va a dar. Creo que se me fue el tema. Pero enseguida regresé al ver a Rocío con su perfecta melena rubia y su perfecto bronceado a mi lado, yo más bien era como una patata blancucha tirando a rojiza. ¿Quién teniendo una Barbie se quedaría con una patata?
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¡No eres Peeta!
Novela JuvenilLa vida de Marta es normal y corriente, tirando a bastante aburrida últimamente. Todo cambia con la llegada de Tyler a su instituto. ¿Podrá el chico nuevo demostrarle a Marta que puede igualar a su adorado amor literario Peeta Mellark?