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Efectivamente todos los de mi curso nos íbamos de viaje. Una tres horas de autobús, vaya tortura. No podía leer en los viajes porque me mareaba, se me iba a hacer eterno.

Para colmo la persona con la que me senté, Alejandra de la otra clase sí que se mareó y tuvo que irse a los primeros asientos dejándome sola. Perfecto, ahora moriría de aburrimiento. La televisión del autobús estaba estropeada y no podíamos ver ninguna película.

- ¿Puedo? - preguntó sobresaltándome Tyler mirando el asiento vacío.

Asentí con la cabeza y se sentó a mi lado.

- ¿Quieres leer? - dijo mostrándome su tablet.

- No – lloriqueé -. Me mareo.

- ¿Y ver una película? ¿También te mareas?

- No, con las películas no me mareo.

Vi como sonreía y buscaba una. La película estaba interesante pero esa noche no había podido dormir casi nada por culpa de los nervios. Sí, los viajes y otros acontecimientos me ponían nerviosa, se me revolvía el estómago y no conseguía pegar ojo. Muy rara y susceptible, lo sé, pero no podía evitarlo.

Por lo que sin darme cuenta me quedé dormida, cuando desperté estábamos ya llegando y mi cabeza reposaba en el hombro de Tyler. El pobre no se quejó ni dijo nada.

El día fue divertido, ya con salir del instituto y hacer algo diferente todo mejoraba, pero fue muy pesado, no paramos de andar y ver cosas. Al volver al autobús estábamos todos agotados. La vuelta fue muy tranquila, demasiado, tanto que no parecíamos nosotros.

Los bestias de mis compañeros habían roto un asiento y dos reposa brazos a la ida y habían armado tal alboroto que el conductor estuvo a punto de dejarnos tirados en mitad de la carretera varias veces. En cambio, ahora estábamos todos callados y medio dormidos. La oscuridad que nos rodeaba ayudó bastante, incluso se escuchaba algún que otro ronquido. Menos mal que la semana ya llegaba a su fin y teníamos todo el fin de semana por delante para descansar bien.

- ¿Quieres ver algo? - preguntó Tyler en medio de un bostezo.

- Creo que no. Tengo sueño - bostecé también.

- Yo también – dijo mientras se le cerraban los ojos.

Cualquiera hubiera dicho que nos habían puesto somníferos en la bebida, en la vida habíamos estado tan quietos y calmados. Seguro que habían sido los profesores para garantizar un viaje tranquilo. Cuando volví a mirar a Tyler ya estaba dormido. Era tan tierno verlo que me quedé un buen rato contemplándolo, menos mal que nadie me podía ver. Todos los de alrededor nuestro estaban completamente dormidos, excepto Sonia y Adán que se sentaban detrás y los oía hablar y reír entre susurros. Parecía que esos dos cada vez se llevaban mejor y pasaban más tiempo juntos. Sonia debía estar muy emocionada.

Quise seguir admirando a mi falso Peeta, digo a Tyler, pero cada vez me costaba más mantener los ojos abiertos así que con un poco de osadía, aprovechando que no se enteraba, me permití a mí misma colocar de nuevo la cabeza sobre su hombro. Olía muy bien, no a canela y eneldo como Peeta, pero sí a una de estas colonias de hombre que tanto me gustaban. Sonreí inconscientemente.

Lo último que supe es que él apoyó su cabeza en la mía antes de caer totalmente rendida en los brazos de Morfeo.


- Marta – escuché que alguien me llamaba.

- No – gimoteé. En mi sueño estaba a punto de besar a Peeta.

- Marta - volví a oír y sentí una leve sacudida.

La voz me sonaba mucho y parecía estar muy cerca mío, pero definitivamente no era la de mi amado Peeta.

De nuevo alguien movió mi brazo, estaba a punto de darle un puñetazo cuando dijo:

- Marta, despierta. Peeta ha venido a buscarte.

Abrí los ojos al instante sólo para descubrir que era una cruel broma.

- ¡Serás crank! – exclamé.

- Ya hemos llegado, Bella durmiente – dijo entre risas.

- Ni soy bella ni estoy ya dormida – me quejé.

Protesté un poco, bueno mucho y Tyler tuvo que tirar de mí hasta que me puse en pie. No me quería levantar, estaba muy a gusto allí, el ambiente estaba muy calentito y todos hablaban en voz baja mientras iban bajando del autobús, con sus caras hinchadas por el sueño. ¿No podían dejarme allí toda la noche? Tampoco pedía tanto.

Toqué disimuladamente su hombro para comprobar que no había babeado sobre él. Cuando se giró a mirarme extrañado le ofrecí una enorme sonrisa, seguramente en vez de tranquilizarle le asusté al parecerme al Joker (ay, mi pobre Heath Ledger, ¿por qué tuve pensar en él? Con lo guapo que era y lo mucho que me gustaban sus películas ...)

- ¿Estás bien? - preguntó Tyler preocupado de repente.

- Eh ... sí. Sólo estaba pensando en ... en nada – miré a mi alrededor para ver con que podía distraer su atención y que no siguiera preguntando cuando vi que eramos los únicos que quedábamos y que el conductor a través del retrovisor ya nos observaba con mala cara así que recogí mi mochila y caminé como un zombi hasta el coche donde me esperaba mi madre. Hacia frío y me había desvelado, luego seguro que me costaba mucho volver a dormirme.

En el último momento antes de subirme al coche me giré y vi a Tyler mirándome, me despedí de él con la mano y correspondí a su sonrisa. Por el camino mi madre me estuvo haciendo preguntas sobre el viaje pero yo apenas me limité a balbucear alguna respuesta, incapaz de soltar más de dos o tres palabras seguidas. Mi cabeza no dejaba de recordar lo real que me había parecido Peeta y lo cerca que había estado de besarle.

Por supuesto al llegar a casa el sueño se me había ido, así que tras dar vueltas y más vueltas por la cama me puse a pensar en el viaje y en esas siestas que me había echado con Tyler.

Si él quería algo parecido al viaje en tren de Peeta y Katniss lo había conseguido. Habíamos dormido "juntos", bueno, al menos uno al lado del otro.

¡No eres Peeta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora