Pasaron las semanas y llegó mi cumpleaños ¡yuhu! me encantaban los cumpleaños, (viva la ironía).
Para mi madre era algo muy importante y que había que celebrar por todo lo alto. Encima a pesar de los años ella seguía empeñándose en montarme una fiesta sorpresa, que de sorpresa no tenía nada, en casa con amigos.
Todos los años igual.
- Anda Marta. ¿Por qué no vas a dar una vuelta?
- No me apetece mamá.
- Claro que te apetece. Toma – me daba dinero -. Comprate algo y vuelve en ... unas dos horas ¿sí? No vuelvas antes ... y tampoco más tarde.
Y no me quedaba más remedio que hacerle caso, porque no paraba hasta que obedecía.
Mientras caminaba sola y aburrida me preguntaba a quien habría invitado este año. Normalmente metía la pata del todo con los invitados pero le hacía tanta ilusión que no me quedaba otra que fingir alegría y agradecerle infinitas veces por la fiesta.
Confiaba en que este año hubiese hecho caso a mis insinuaciones de pedirle ayuda a Raquel. Aunque tampoco podía fiarme mucho de ella. Alguna vez había convencido a mi madre de invitar a algún chico que apenas conocíamos sólo porque le gustaba o le parecía mono.
Por suerte esta vez sí que me llevé una gran sorpresa al ver que había invitado a poca gente y acertada. Estaba por supuesto Raquel, luego Tyler, Simeón, Sara, Sonia, Adán y Adrián. Así que mi emoción fue sincera en esta ocasión.
La verdad pasamos un buen rato. Mi madre preparó una barbaridad de comida, no controlaba mucho las cantidades siempre le pasaba lo mismo, por lo que comimos hasta hartarnos. También los regalos fueron una sorpresa. Nunca conseguía que me regalaran lo que yo quería pero esta vez fue diferente. Entre todos me compraron una saga de libros que llevaba tiempo queriendo leer. Y mi madre además de dio una camiseta en la que ponía "Mi novio no es invisible, simplemente está dentro de un libro" que inmediatamente me puse.
- Gracias mamá – le dije dándole un fuerte abrazo -. Este año de verdad ha sido una sorpresa. Todo es perfecto. Gracias.
Mi madre me dio un beso mientras se limpiaba unas lágrimas, vaya, nunca la había visto así de emocionada, ni siquiera cuando iba a un concierto de su amado Raphael. Luego se despidió de todos y se fue a visitar a una vecina dejándonos solos. Sabía de sobra que la fiesta no se iba a descontrolar ni nada parecido. Nosotros eramos más de apalancarnos frente a la tele y poco más.
Cuando todos estaban ocupados discutiendo sobre que película ver -a Tyler y a mi nos habían prohibido opinar- este me llamó haciéndome una señal con la mano para que lo siguiera. Entramos al cuarto de mis padres y cerró la puerta. Rebuscó entre los abrigos esparcidos por toda la cama hasta que dio con algo.
- Toma – dijo dándome una pequeña bolsa de regalo.
Confundida, ya que se suponía que los libros eran un regalo de parte de todos, me senté en la cama para ver que había.
Lo primero que saqué fue un sobre. Dentro había un papel con su letra.
VALE POR:
Una clase de tiro con arco. (Siento que sea tan cutre XD)
Lo miré asombrada y vi como me sonreía de lado. Antes de que me viera ponerme roja volví a mirar en la bolsa y saqué un paquete cuadrado. Quité con cuidado el envoltorio ya que era muy bonito y quería guardarlo (sí, soy así de sentimental para esas cosas), abrí la caja y mi sonrisa creció hasta no poder más. Era una cadena con un colgante dorado que llevaba grabado un Sinsajo y una pequeña perla colgaba a su lado.
- Ábrelo – me pidió señalando el colgante.
Al hacerlo me quedó claro que él seguía intentando conseguir parecerse a Peeta. Dentro había dos fotos, sí, en el libro sólo hay dos fotos no tres como en la película, pero no eran de Gale, Prim y su madre, no. En un lado estaba un fabuloso, guapísimo y arrebatador Peeta y en el otro una foto de él, de Tyler.
- Gracias – es lo único que salió de mi boca. ¿Qué se supone que le iba a decir? Me había quedado sin palabras. Eso era ... no sabía explicarlo. Estaba paralizada.
- ¿Te gusta? - preguntó preocupado al ver que no reaccionaba.
- ¿Que si me gusta? ¡Me encanta! – conseguí decir por fin -. Gracias. No tenías que comprarme todo esto.
Él simplemente se encogió de hombros. Y yo hice algo muy raro en mí, sobre todo porque era la segunda vez que lo hacia en el día. Me puse en pie y lo abracé. Parece que no se lo esperaba porque tardó unos segundos en reaccionar. Al separarnos cogió el colgante de mi mano y me lo colocó. Nos quedamos mirándonos en un incómodo silencio antes de que la puerta se abriera de golpe.
- ¿Qué hacéis aquí? No sabíamos donde estabais – dijo Raquel.
Tyler aprovechó para salir corriendo.
- ¿Qué ha pasado? ¿Os habéis besado? - preguntó emocionada cerrando la puerta.
- ¿Pero qué ... dices? Claro ... que no – tartamudeé aún conmocionada por lo que acababa de pasar.
- ¿Entonces por qué estabais los dos tan rojos?
Me quedé pensando en qué contestar, por suerte se distrajo con lo que llevaba colgado al cuello.
- ¿Y esto? ¿Te lo ha regalado él? - yo asentí mientras ella lo abría -. Awww. Que tierno. Este regalo se merecía un beso.
- No le voy a besar.
- Bueno, al menos un beso en la mejilla, el chico se ha currado el regalo.
Ahí tenía que darle la razón, el regalo me había encantado. El cumpleaños sin duda estaba siendo uno de los mejores.
- Y ahora, vamos. Están todos esperándote para poner la película.
Soltó el colgante y me arrastró fuera del cuarto. Menos mal que las luces estaban apagadas y todos pendientes de la televisión, así nadie más notó mi sonrojo.
Mi salón no es que fuera muy grande y al estar bastantes teníamos que estar todos un poco apiñados. Al llegar la última no me quedó más remedio que sentarme en el suelo junto a Tyler. Raquel le hizo un puchero a Adán y él le cedió su sitio en el sofá por lo que también tuvo que sentarse en el suelo con nosotros. Al menos nos pasaron unos almohadones. Apoyé mi espalda en las piernas de Raquel y la cabeza en sus rodillas. Empezó a hacerme pequeñas trenzas y casi me quedo dormida. Habían escogido una película de guerra de las que le gustaban a mi padre. Vaya rollo.
Paramos a mitad para traer más comida y bebida y los del suelo conseguimos quitarles el sitio a los del sofá. Raquel como es muy lista fue a mi cuarto y sacó mi enorme puff. Lo puso en medio y ella, Sara y Simeón lo usaron de almohada. Sonia sin ningún pudor se sentó encima de Adán y este no le dijo nada. Así que terminamos en el sofá apretujados Adán y ella, Adrián, Tyler y medio de estos dos últimos yo.
- Bonito colgante – me dijo Adrián mirando mi cuello, al menos no le dio por abrirlo -. Hace juego con mi regalo.
Sacó algo de su bolsillo, cogió mi muñeca y me colocó una pulsera. Era de cuero con un Sinsajo y una flecha.
Vaya, Adrián nunca había tenido ningún detalle romántico conmigo cuando salíamos y menos algo tan "friki" como diría él. ¿Qué pasaba ese día? En mi vida me habían hecho unos regalos como esos. ¿Había luna llena? ¿Un eclipse? ¿Vendría Jacob Black a raptarme? Si eso pasaba, no me quejaría.
- ¿Te gusta? - me preguntó.
- Sí, gracias.
Me dedicó una sonrisa y volvió su vista al frente. Yo hice lo mismo aunque de reojo vi como Tyler miraba mi pulsera. Me pareció escuchar una pequeña risa por parte de Raquel, pero en la televisión no salía nada gracioso, más bien al contrario, sangre y tripas. Lo más probable era que estaba observándonos y montándose otra película en su cabeza. Yo por mi parte sólo podía pensar en cuanto se habría gastado Ty, seguro que bastante dinero. No pude evitar ponerme mal, estaba muy contenta con los regalos pero me carcomía la culpa. Raquel volvía a mirarme y a reír, seguro que mi cara iba de una radiante sonrisa feliz por todo lo que había recibido a una mueca triste por lo que le habría costado. No merecía todos esos fantásticos regalos.
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¡No eres Peeta!
Novela JuvenilLa vida de Marta es normal y corriente, tirando a bastante aburrida últimamente. Todo cambia con la llegada de Tyler a su instituto. ¿Podrá el chico nuevo demostrarle a Marta que puede igualar a su adorado amor literario Peeta Mellark?