Él.

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Me encuentro en una lucha, una lucha contra mi misma. Hace días que estoy en este maldito lugar, en esta caja de cerillas. Es un hospital, pero tiene pinta de cárcel. No me atrevo a hablar con nadie porque todos tienen pinta de no querer molestias. Hay algunos grupillos, por lo general, y luego estoy yo. Alejada en un mar de lágrimas, echando de menos a mi hermanita pequeña, mi dulce hermanita....y a mi hermano, que siempre me ha cuidado, a mis padres, que me acogieron aún sabiendo mis diferencias....a Kenny, quien se convirtió en mi mejor amigo, a las chicas....en general. Quiero salir de aquí e irme con ellos lejos, donde no haya más dolor si uso mis poderes.

Hay un doctor que me visita cada cierto tiempo, las paredes son blancas, el suelo, los pocos muebles, todo es blanco, es una puta caja blanca de cerillas, y yo tengo el poder de encender la mecha a mis problemas.

Me han hecho cantidad de pruebas, he llegado a la conclusión de que si no me dejo quitar los poderes no me los pueden quitar. O almenos eso creo yo. Me reúno con todos los "pacientes",ya que así se nos llama a las cerillas de esta cárcel, en la hora de la comida y en la cena. Sólo se hasta ahí porque no voy a desayunar nunca, quiero mantenerme lo más alejada posible de todo esto y además, esto da asco.

Hay un grupo que siempre me mira mientras como, pero nunca me han dicho nada, son una niña de pelo azul, alta y delgada, y de ella me llamó la atención la minuciosidad con la que me mira, como si supiese más de mi que yo misma, como si me conociese más que yo. Hay unas cuatro niñas que parecen iguales, una se llama Alegna, lo sé por el simple hecho de que una vez intentó estrangular a una niña y las demás la calmaron. Hay como diez o quince personas, pero me llamaron la atención ellas, y un chico. Pero no era como ellas, no. El era diferente. No parecía tener pinta de necesitar ayuda mental o psicólogica, era rubio, pero solía sentarse a hablar con los demás de espaldas a mi, así que tampoco le prestaba mucha importancia.

Hoy he hecho la rutina de siempre, me he levantado, me he dado una ducha helada, ya que desde que estoy aquí mis poderes en lugar de bajar, nonhacen más que aumentar, que eso es lo que me extraña de tanto médico, sólo me siento con más fuerza, y no al revés. Me he aseado y he ido recorriendo pasillos que ya casi me se de memoria hasta la "sala libre", una gran sala con este nombre, aunque desde que estoy aquí solo ha odio llamarla la gran biblioteca, y con razón, es una enorme biblioteca de tres plantas que se asemeja bastante a un laberinto, basta con echarle una ojeada para saber qué un lector se lo pasaría en grande durante un año entero, y yo amo los libros, así que suelo tomar literatura en lugar de desayuno.

Vagaba por aquel inmenso castillo de tinta cuando una de las chicas del grupo que antes he mencionado se ha puesto a gritar, y otra "gemela", al otro lado, ha prendido fuego a los libros de la sección de historia. Y yo, amante de los libros y de la historia, no he podido hacer más que correr y sacar todos los libros posibles. Sin darme cuenta de que en realidad no los sacaba, sino que estaba apagando el fuego tocando las llamas. Y ahí fue cuando !e he dado cuenta además, de que estaba siendo observada, observada por los ojos de las cuatrillizas, las de la chica de pelo azul que me miraba satisfecha, como si ya supiese que tenía poderes antes que cualquiera de los demás, también susurraba con una niña de pelo corto, también alta, y el chico. Y antes de saber si me dirían algo, la chica de pelo azul empezó a reírse, causando las carcajadas de las cuatrillizas, pero el resto parecía no entender nada. Deje lo que estaba haciendo, tenía miedo de lo que me podrían decir, y vergüenza a la vez de como iban a reaccionar, pero no dijeron nada, por lo que supuse que querrían alguna explicación, como mínimo. Pero entonces pase mi mirada por todos ellos, y me ruboricé al quedarme hipnotizada ante los ojos azules del chico que siempre parecía bueno, y cuando lo miraba, era como si me sonriera con la mirada... Lêa, que estas diciendo? Eso no son más que tonterías, seguro que son imaginaciones mías, vaya estupidez.

-Es un desperdicio de tiempo quemar libros tan valiosos. -Es lo único que se me ocurre decir, ¿enserio Lêa? Tienes la oportunidad de comunicarte con alguien que no sean los doctores con sus preguntas estúpidas y dices que no es productivo quemar los libros?

-Es cierto, pero nos aburrimos-Responde la peliazul. Parece simpática, pero yo he perdido las ganas de hablar con nadie después de que mi "mejor amigo" se volviese contra mi...

-Pues quemad otro sitio. Una biblioteca es el refugio de los antihipocritas. No destroceis mi refugio cuando yo no he tocado vuestra ira. -Me canso muy deprisa de hablar con gente que no comprende lo que pasa por mi mente, quizá sea por eso que doy media vuelta y me dirijo hacia mi habitación tomando prestado un libro sobre Sherlock Holmes, no sin antes recibir la mirada de asco de una de las cuatrillizas.

-Kela. -Dice otra de ellas en mi dirección.

-Disculpa?- pregunto a modo de respuesta

-Soy Kela.- Responde neutra con la mirada apagada y el rostro pensativo. -Podrias decirnos cómo has hecho eso?

Se que no les voy a ver nunca más cuando salga de aquí, pero tampoco me fío de nadie, aun. Así que sólo respondo:

-No.

Doy media vuelta y me voy pensando sólo en los ojos azules de ese chico...

LA TELEQUINESIS DE LÊADonde viven las historias. Descúbrelo ahora