"La cárcel", descripcion

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Hoy me fui a mi medio podrida cama de celda, me tumbe y dormi profundamente, supongo que un día o más.

Os estaréis preguntando, por que?(se que os lo estáis preguntando, no mintáis), por que la pequeña Lêa, que antes se creía tan grande y fuerte solo por su don, ahora se siente no solo cansada, sino humillada, desanimada, desesperada...

Pues porque hoy realicé las famosas 12 pruebas de este mugriento y apestoso lugar.



Todo empezó genial, más o menos, antes de las pruebas, al salir hacia donde se suponía que me guiaban, que no tenía ni idea de a donde iba, nunca me molestaba en saber más de lo necesario, al menos de este sitio, pues llevaba como 2 meses y me aburría mucho, pero mi curiosidad era aplacada por las preguntas de todo el mundo al pasar, llamándome "la nueva" o "la rara negra".

Más tarde descubrí que me llamaban "negra" porque cada persona tenía como un don, ya que a veces en la cafetería la gente se comportaba de forma rara, así que supongo que todos nosotros tenemos un don. Dependiendo de los cuatro elementos, intuí que le tocaba un color de ropa, rojo(fuego) azul(agua) marrón(tierra) verde(viento). Luego había un pequeño y normalmente apartado grupo de gente que llevaba ropa negra o gris oscura, al que más tarde vi que todos temían, o al menos, respetaban. Yo usaba la ropa que me dejaban, ya que las puertas tenían una pequeña ranura en la parte inferior para pasar la ropa cuando es de noche, ya que se cierran las puertas de todas las celdas a las que llaman habitaciones. Yo acostumbraba a mirar por la ranura cuando se cerraba la mia, y a veces veía varias personas con batas blancas pasar la ropa por los orificios, hasta sopa, cuando la gente que se ponía enferma no acudía a la cafetería en todo el dia. Era una forma de asegurarse de que siguen en sus celdas, supongo.

Volviendo al tema, la ropa que me dejaban era negra, y sí, solía ser lo que en el mundo real se diría, algo temeraria, casi rebelde. Y era justo lo que éramos, supongo. Rebeldes cuyos dones no son tan controlables, cuyo potencial es fuerte y bueno. Solía ser ropa cómoda, y parecían saber cómo vestía yo, porque la verdad es que no estaba mal. El único detalle es que todas las camisetas y pantalones llevaban en algún  sitio el número de "habitación", paciente(como si estuviéramos dementes, en un hospital psiquiátrico) y un número que deduje que era la edad, porque el mío ponía 15. Normalmente me tocaban camisetas cómodas, holgadas, como me gustan a mí, que no marquen nada, pues así me siento más libre, sudaderas o camisetas con chaquetas, pantalones desde vaqueros negros ajustados hasta pantalones de chándal o mallas de deporte. Los zapatos eran casi siempre deportivas, converse, botas estilo militar...me gustaba mi nueva yo, a pesar de estar en este sitio tan mugriento donde parece que todos te analizan, te conozcan o no, te miran como escaneando te y vigilan tus movimientos.

Resumiendo, todo y todos se separaban así siempre en grupitos del mismo color, como si fuesen clases. La ropa, la verdad es que no estaba mal, además, el negro me hacía sentir....respetada.




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Por el camino, me fijé en cada tramo, en cada cruce, con la intención de aprenderme detalles que me sirvan para escapar si fuese necesario. Pero casi todos los pasillos eran tan parecidos que si no memorizases el número de celda de cada habitación, parecería imposible saber a dónde vas. Así que al fin llegamos a una especie de recibidor, con una niña, de mi edad más o menos, de recepcionista. Que hará una adolescente trabajando en este sitio? Tendria poderes?

-Oh! Tu debes de ser la famosa Lêa cielo- Me sobresalté al escuchar no solo mi nombre, sino su chillona voz, que casi me pasa por alto que me llamo "famosa"...a que se refería con eso?

-Si.- respondí seca.

-Adelante cielo, te están esperando.

Me quedé pensativa, esperando a ver si se daba cuenta de que no tenía ni idea de en qué habitación entrar. Al parecer, o todos leen la mente aquí, o soy un libro abierto, porque adivino enseguida lo que pensaba, diciendo:

- Oh cielos! Disculpa jiji, debi suponer que eras tan nueva como dicen- respondió con una extraña sonrisa malvada- Es en el despacho 3A.

Decidí no hacerle más caso del necesario, dirigiéndome yo sola por el pasillo que la adolescente me señalaba, y no tarde en encontrar el número 3A grabado en la puerta de una habitacion, muy diferente a las celdas. Esta era bonita, agradable a la vista. No era la que ya parecía habitual puerta de metal con cierre por el exterior, está tenia un color blanco rosado, con incluso algunos detalles dorados en el marco, pero con una diferencia que la hacía mucho más extraña, no tenía pomo.


A decir verdad, no sabía la hora que era, era imposible saberlo, pues casi no habían ventanas, la luz provenía de tubos de LED rodeando las paredes, se apagaban de noche, dando paso a una pequeña bombilla apostada en el centro de cada pasillo, de color rojo, que no daba mucha luz.

Sin más dilación y sin más remedio, me diriji a llamar a la puerta, no sin antes pensar que podría haberla abierto usando telequinesis, pero luego aparte ese pensamiento, si lo hacía, daría una imagen de mi que de momento no quiero ensenar, ya seré rebelde cuando deba, y me escaparé dejándolos sorprendidos. O eso creía, pues ahora que escribo esto en mi cuaderno me doy cuenta de que está era sin saberlo, parte de la primera prueba. La presentación. Mi presentación.

Espero haberla superado, al menos...

LA TELEQUINESIS DE LÊADonde viven las historias. Descúbrelo ahora