XIX

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Al volver de la montaña, la policía de Londres, la Scotland Yard, esperaba la llegada del conde armada.

-¡Conde Ciel Phantomhive! Queda usted detenido por la desaparición de veinte niños y adolescentes. ¡Entréguese ya o sufrirá las consecuencias!

-¿Cómo? -Se le había caído el corazón a los pies. ¿Cómo era posible que la Scotland Yard lo estuviese culpando a él? Se preguntaba si la reina estaría ya al corriente de esto.

-¿C-Ciel? -______ se había puesto pálida. No entendía nada.

-No. Debe ser un mal entendido. ¡Yo no he secuestrado a nadie! -Hicieron caso omiso a sus palabras y lo arrastraron hasta el carruaje del jefe de policía -¡Soltadme!

Casi entraba en pánico, ¿cómo y quién había conseguido culparlo de tal fechoría?

-Nunca me caíste bien, niño. La reina se equivocaba contigo. -Le dijo el jefe de la Scotland Yard al que conocía de hacía años.

En el momento en el que Sebastian se dirigía a oponerse a los policías lo sujetaron dos por detrás, inmovilizándolo. Podría habérselos sacado de encima sin despeinarse un pelo, pero aquello sólo habría empeorado las cosas.

De repente Aron entró en escena apoyando una mano en el hombro de ______.

-Lo siento, señorita...

-¡Aron! ¡¿Dónde te habías habías metido?! -El mayordomo se mantuvo inexpresivo ante la reprimenda de su señora -Rápido Sebastian, tenemos que ir a enterarnos de lo que ha pasado con... -dejó la frase a medias- ¿Sebastian?

En algún momento se había marchado sin dejar rastro ni aviso.

Al llegar con la Scotland Yard, la dejaron pasar junto a su mayordomo al calabozo.

-¡______! ¡Ya sé quién es el asesino! -Se resistía a los brazos de los guardias que lo sujetaban como si su vida dependiese de ello; si usaba su fuerza como demonio no obtendría ningún beneficio. Era un hecho que la Scotland Yard no podía saber. A veces hay secretos que han de mantenerse escondidos.- ¡Por favor, ______! ¡Tienes que escucharme! -Sin embargo los guardias ya lo habían encerrado en aquella celda.

Las celdas de la Scotland Yard para los nobles eran algo así como habitaciones de cuatro metros de ancho y de largo, aparentemente grandes, pero demasiado pequeñas para las costumbres de un noble. Olía a orina y a otros desechos humanos, y empezaba a entender el olor cuando observó que lo único que podía recibir el nombre de "baño" era un cubo grande de metal que se mantenía en una esquina del calabozo.

-Señorita... Mi desaparición fue debida a que no pude evitar ratificar más mis sospechas, verá... lo que descubrí fue... ¡que el sanguinario torturador era el conde Phantomhive! Aún lleva deseos de saciar su sed de venganza por la catástrofe de su infancia...

-¡Aron! ¿Cómo sabes tú todo eso? -Ella permanecía incrédula. Y en sus c/o{___} ojos y en su ceño fruncido aparecía un atisbo de enfado.

-Sólo lea esto, por favor; y dígame si aún sigue confiando en ese engendro.

______ se planteó seriamente propinarle una buena bofetada a su sirviente. Le había tendido un papel que leyó con atención.

Algo en la expresión de sus ojos cambió, su rostro fue relajándose y tomando tensión de nuevo, tomando aquella tensión que se formaba cuando te esforzabas por no romper a llorar. Fuesen cuales fueran los papeles que le había entregado a la condesa, se los creyó, se los creyó totalmente, por mucho que fuesen una sarta de mentiras.

-C-Ciel... -Levantó la mirada de los papeles estrangulándolos con fuerza- ¿Cómo has podido...? Yo... confiaba en ti... realmente lo hacía, incluso... -recordó todas las interminables noches que habían pasado juntos y se entristeció más.

-¡¡______!! ¡No, espera! ¡Está mintiendo! ¿No lo ves? ¡Es él! -Gritó desesperado.

Extendió una mano entre los barrotes que ella jamás llegó a alcanzar.

-Adiós, Ciel... -Entre sollozos aceptó en su hombro el apoyo apesadumbrado de Aron.

Mientras, el maligno lo observaba con una mirada triunfal.

(...)

Al llegar a su propia mansión, la encontró fría y tristemente ajena. No podía creer que esos meses con Ciel cambiarían tanto su vida; enamorarse no entraba dentro de sus planes.

Recordó aquéllos momentos juntos, cómo la hacía sentir... Ese lado un tanto adorable al avergonzarse de reconocer sus sentimientos, que según él, lo hacían ver ridículo e infantil. Le apenaba de sobre manera que después de tanto tiempo sin haber confiado en nadie, volviera a sucederle lo mismo; no era justo, se sentía traicionada, y esta vez dolió más que la de Andrew.

Sintió cómo una sed de silencio se apoderaba de ella. A los traidores se los castiga siendo silenciados. Y el conde Ciel Phantomhive se había convertido en uno de ellos.

Sin embargo... se negaba aceptarlo. Sabía que Ciel la quería, de una forma u otra. Y dudaba que fuese tan gran actor como para interpretar el desespero que sufrió cuando ella se alejaba de su jaula de humillación, de su cárcel.

Salió de la habitación en busca de Aron, pero éste ya no se encontraba en la mansión.

No podía negarse que era sospechoso cuando Aron desaparecía por un par de horas, pero siempre pensó que era por alguna familia a la que tuviese que visitar y dar de comer. Pero si realmente lo que decía Ciel y era cierto, si Aron Astren era el verdadero asesino de Weston, entonces tendría que tomar serias medidas. Irreversibles. Si lo despedía, ¿cómo encontraría a otro como él? Y lo que era peor, ¿cómo podría volver a confiar en otro mayordomo que no fuese él, quien la apartó de las sucias y difíciles calles de Londres? Confiar era lo que más odiaba, pues le daba el poder a esa persona de hacerle daño.


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Bueno, no me matéis, señores. :D

Sólo aviso de que los próximos capítulos contienen salseo explícito y en alto contenido. 7uu7

Se despide,
- Nat 🗝️

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⏰ Última actualización: Sep 26, 2024 ⏰

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La Silenciadora {Ciel Phantomhive y tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora