58

2.4K 401 330
                                    

Miércoles 15 de Febrero de 2017

Cuando Simon y Agatha se vieron por primera vez aquel día en la escuela, se saludaron con la misma frase.

—Necesito hablar contigo.

Ambos fruncieron el ceño, y ambos se miraron preocupados. Lo que tenían que decirse no era algo bueno, precisamente, y tenían miedo de que el otro quisiera decirle algo bonito.

—Habla tú primero —ofreció Simon, siempre amable.

—No, tú hazlo—insistió Agatha.

Simon torció el labio, y propuso algo.

—¿Qué tal si hablamos en el almuerzo?

—Claro —aceptó Agatha, y de manera incómoda, siguieron su camino hacia sus salones respectivos.

En el primer receso, hicieron como si nada hubiese pasado, y nadie del grupo, ni siquiera Penny, se dio cuenta de que algo había cambiado entre ellos dos.

Cuando llegó el almuerzo, Agatha y Simon se dirigieron a la esquina del patio, en un lugar donde los árboles del jardín los cubrían.

—¿Qué querías decirme? —preguntó Simon.

Agatha suspiró y se encogió de hombros.

—No sé cómo decírtelo, Si —dijo con tristeza—. Sólo... por favor no te tomes esto a mal.

Simon bajó la mirada y asintió.

—No te preocupes, dime lo que tengas que decirme.

Agatha tomó aire antes de responder.

—No podemos seguir juntos —dijo, y rápidamente se explicó—. No es que no te quiera, Simon. Yo te quiero, y mucho. Pero no puedo sentir lo mismo que tú. No me siento capaz de hacerlo.

Simon parpadeó mientras comprendía. Un poco de dolor atravesaba su rostro.

—No crees que puedes quererme de la misma forma en la que yo te quiero a ti —afirmó.

—No —contestó Agatha, y cerró los ojos. Pensó por un momento si debía decir algo que la estaba consumiendo desde hace días, y al final se atrevió a hacerlo—. No creo que yo pueda quererte de la misma forma en la que tú quieres a Baz.

Simon la miró fijamente por unos segundos que parecieron eternos. Agatha parecía a punto de echarse atrás por lo que había dicho, pero Simon soltó una risa nerviosa.

—Era eso de lo que yo te quería hablar —dijo, y su voz contenía el miedo más puro—. Agatha, hace días que llevo dándole vueltas a este asunto. Creo que me estoy —Simon se interrumpió, sin saber qué decir—, creo que Baz...

No pudo continuar.

—Lo sé —dijo Agatha comprensiva, tratando de reconfortarlo—. Te estás enamorando de Baz.

Simon la miró, y se veía perdido.

—¿Cómo lo sabes? ¿Desde cuándo?

Ella se encogió de hombros.

—Desde hace algunas semanas. Lo sé por la manera en que lo miras, por la manera en la que hablas con él. Te preocupas por Baz más que nadie, él siempre ha sido tu prioridad.

—Agatha, perdón...

—No tienes que disculparte por nada, Simon —dijo ella, y acarició su brazo en un gesto reconfortante—. No puedes cambiar tu corazón.

—Pero yo... —insistió él—. No entiendo cómo.

—¿Qué no entiendes? —preguntó Agatha con dulzura.

—No tenía ni idea de que me gustaban los chicos —Simon se veía desesperado—. Sólo sé que no puedo parar de pensar en Baz, y en que lo quiero más que a nada en el mundo. Agatha —dijo, y sus ojos se humedecieron. Su voz se rompió al hablar—, tengo miedo.

—Ven aquí, Simon —susurró ella, y abrazó al chico en un gesto que contenía mucho cariño, y mucho amor, pero tan sólo de amigos. Eso era lo que ellos eran. Ese siempre había sido el destino para ellos dos.

Simon estaba llorando, y no sabía por qué. No sabía por qué le aterraba tener aquellos sentimientos hacia su mejor amigo, y no sabía por qué su ex novia le estaba brindando todavía su apoyo incondicional.

Cuando Agatha rompió el abrazo, Simon se limpió las lágrimas con las mangas de su polera.

—¿Estás mejor? —le preguntó ella.

—Eso creo —afirmó Simon, y sonrió nerviosamente.

—¿Sabes? —dijo Agatha con cariño—. Baz está perdidamente enamorado de ti.

—¿Qué? —Simon preguntó confundido.

—Se nota a kilómetros de distancia. Todos lo sabemos. Penny, Dev, Niall. Baz te quiere mucho.

—¿Tú crees? —la expresión de Simon se iluminó.

—Claro —sonrió ella—. ¿Quién crees que te escribió esa carta de San Valentín?

—Agatha, yo no creo que...

—Fue Baz, Simon —afirmó la chica—. Nadie más escribe así de bonito. A Baz le gustas, así que por favor no llores. Me rompes el corazón.

Simon le sonrió, y Agatha continuó.

—No tengas miedo, ¿sí? Te aseguro que con Baz las cosas van a funcionar.

Simon asintió, y se envolvió en sus pensamientos.

—¿Por eso querías romper conmigo? ¿Por lo de Baz?

Agatha rodó los ojos.

—No, tonto —dijo con cariño—. Es cierto que no puedo verte como algo más que un amigo —afirmó, y luego se puso seria—. No creo que tenga esa clase de amor en mí.

—¿A qué te refieres?

—A que no me veo capaz de amarte de esa forma. Ni a ti, ni a nadie. Es difícil de explicar.

—No —dijo Simon—. Lo entiendo. Sabes que te voy a apoyar en lo que sea.

Agatha sonrió.

—Gracias.

—Entonces —preguntó Simon—, seguiremos siendo amigos, ¿verdad?

—Claro que sí —exclamó Agatha—. De verdad, me alegro que lo nuestro no haya terminado mal. Eres una de las mejores personas que conozco, Simon.

—Yo digo lo mismo de ti.

—Me alegra.

Simon la miró.

—Tenemos que decirles a los demás.

—Lo sé —suspiró ella—. Pero dejémoslo para mañana. Estoy agotada.

—Yo igual —coincidió Simon—. Y supongo que en unos días hablaré con Baz.

—Sí, sería lo ideal —le dijo ella.

Simon sonrió.

—No puedo esperar a que sepa la verdad.    

Lo Que No Planeaba Decirte - SnowbazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora