La batalla final

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Nuestras miradas se cruzaron, y tensé todos los músculos del cuerpo. Sostenía el cuchillo en la mano con fuerza, y ella tenía un hacha en la suya, ya que la otra hacha estaba tirada en el suelo.

No podía permitir que la cogiera, pero si me giraba a por ella me heriría con la que sí tenía. Pensé rápido, y sólo me vino una imagen a la cabeza. Maysilee. Muriendo. Y yo voy a ganar por ella.Me lancé a por Robianne.

Con la mano derecha fui a darle en el cuello, pero ella tuvo la misma intención, así que viré rápidamente y conduje mi cuchillo hacia su estómago. Giró hacia la izquierda, dando un circulo completo y haciendome caer al suelo. Menos mal, por que si no me habría llevado un hachazo en la espalda.

Viré en cuclillas sobre mí mismo y la miré, y allí estaba ella. En perfecto equilibrio, preparada para atacar. Me levanté y ella intentó deslizar su hacha por mi cuello, me eché hacia atrás y probé suerte con lo mismo. Casi le doy, se podría decir que le corté los mechones de pelo delanteros.

Tarde nada y menos en recuperar el equilibrio, pero ella fue más rápida y recibí una patada en el estómago, que me empujó hacia atrás. Me levanté y frené su brazo derecho, el que llevaba el hacha, con mi mano izquierda. Arremetí contra ella con la mano derecha, y ella me frenó con la mano izquierda. Estando como estábamos, cogidos de los brazos y forcejeando, solo se me ocurrió atestarle un cabezazo en la nariz y rompérsela.

Hala, ya sabía lo que se siente.

Aprovechó para soltarse y se llevó la mano a la nariz, mirandome con cara de 'te vas a enterar'. Como segundos antes había hecho yo, arrimó su hacha a mi estómago, y giré dando un círculo completo, tal y como había hecho ella. Pero ella no se cayó al suelo, por lo que pude deslizar mi cuchillo por su espalda. Apenas un corte superficial, pero se enfureció. Nariz rota y raja en la espalda, frente a nada. Haymitch, 2; Robianne, 0.

Se abalanzó sobre mí, pero me agaché y descargé mi puño en su mandíbula. Esto me gustaba... Pero a ella no, y cuando fui a darle el golpe final en la cabeza, me sujetó el brazó y atestó su hacha contra mi estómago. Acertando.

El dolor me mareó y me hizo tambalearme, ella sonrió maliciosamente. Cogió impulso hacia la derecha, para girar sobre sí misma, pero lo que hizo fue llevarse la mano izquierda al tobillo derecho, levantando el izquierdo y dándome una patada en la nariz. Me miró con cara satisfecha, a pesar de que mi nariz llevaba rota desde prácticamente el inicio de los juegos. Mi incliné hacia el suelo, y ella aprovechó para coger impulso y saltar por encima de mí, no sin antes apoyar el pie en mi cabeza y hacer que esta se estrellara contra el suelo.


Empezaba a enfurecerme, y la rabia me cegaba y me impedía sentir dolor. Tan sólo me daba fuerzas para, sujetándome el estómago, levantarme rápidamente y justo cuando ella se giraba para mirarme, clave mi cuchillo en su ojo izquierdo. Si me iba a mirar, que lo hiciera con el otro.La sangre manó rápidamente y su garganta lanzó un aullido de puro dolor.

Pero yo no tenía ventaja alguna. Una vez saciada mi furia, el dolor regresó, y me hizo dame cuenta de que podía ver lo que había dentro de mí a través de la herida de mi vientre. Me iba a desangrar, y Robianne lo sabía.

Aprovechando su desconcierto y su ceguera izquierda, me incorporé y eché a correr como pude hacia mi barranco, cayendo varias veces al suelo y provocándome un mareo indescriptible. La sangre comenzaba a manar de mi boca, en finos hilos. Me encontraba en un ángulo desde el que Robianne no podía verme, pero no tardo en girarse e ir tras de mí. Empezamos una carrera hacia el desfiladero rocoso.

Cuando llegué, me giré, y vi que ella había perdido muchísima sangre, y que la herida de la espalda tampoco la dejaba avanzar bien. Caí de rodillas dándole la espalda al vacío y ella me miró, con odio. Casi pude oír lo que pensaba: 'Mírate, moribundo.Tengo dos opciones: o ver como mueres, o rematarte y que hagan parar cuanto antes el ardor que me provoca el ojo, o lo que queda de él'.

Este tipo de imagen es el que hace enloquecer a los capitolinos: dos tributos contemplándose en la escena final.

Ella decidió acabar con mi vida y reunió todas su fuerzas en lanzarme el hacha, y yo, simplemente, me dejé caer. Empecé a sufrir combulsiones y a agitarme en el suelo, pero pude ver como ella había lanzado el hacha con demasiada fuerza, ya que al perder la visión de un ojo no podía calcular distancias, o tal vez pensó que el cansancio le haría lanzarla con insuficiente fuerza. El caso es que se pasó, y el hacha se perdió en el vacío.

Lo que ella no sabía y yo sí, es que el hacha regresaría. Sólo tuve que aguantar unos segundos más con vida para que el hacha diera en mitad de la cabeza de una desconcertada Robianne y acabara con su vida.

Había ganado.

Después, todo se tornó negro.

Haymitch, gana por míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora