Help me... Please...

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       Help me…Please…

        Me encontraba en mi habitación, tenía puesto unos cascos para escuchar música de mi ordenador a todo volumen. De fondo oigo ruidos de golpes y gritos –“¿Qué pasará?”- Bajé el volumen de la música…

-¡Para, por favor!- Chillaba la voz… ¿De mi madre?

-¿¡Este es tu amante verdad!?- Gritaba mi padre…

-¡Déjale ir!- Decía mi madre, al rato escuché la puerta cerrarse fuertemente… -¡Déjame Richard!- Rogaba entre sollozos a mi padre.

-¡Eres mía y de nadie más entendiste!- Le ordenó. Oí como lloraba mi madre… No pude evitar bajar las escaleras para ver qué pasaba…

         No podía creer lo que estaba viendo… Mi padre estaba acorralando a mi madre contra la pared con las manos en alto, forzándola a besarle mientras que ella lloraba. Por un segundo mi corazón se paró. Mi padre me vio, se acercó y cogió mi cabello fuertemente haciendo que avanzara a donde estaba mi madre.

-¿Ella no es mi hija verdad?- Preguntó mi padre en tono enfadado y serio, mi madre apenas podía hablar, tenía la cara con varios moratones y heridas… Pero negó con la cabeza.- Bien…- Volvió a tirar de mi cabello fuertemente pero esta vez casi me levantaba del suelo, no pude evitar gritar de dolor y llorar.

-¡Suéltame!- Chillé, pero no me escuchó solo me golpeó en la mejilla para callarme… Mi madre gritó en ese momento, sin embargo el prosiguió, me llevo a mi habitación y sacó una maleta.

-Recoge todo lo necesario para vivir, volveré en diez minutos y te irás de esta casa-, me está echando de casa por ser hija de otro… Mis lágrimas no se detienen, recojo lo que puedo: ropa, ordenador, móvil, una manta y algunas cosas más.

          Después de un rato recogiendo mis cosas, escucho a mi madre gritar de nuevo, no pude hacer otra cosa que encogerme en una esquina y tapar mis oídos con mis manos… Pero mi padre vuelve a entrar en mi habitación, agarra brutamente mi muñeca y me saca de mi casa. Mi madre no salió, solo podía ver que se asomó a la ventana a despedirme y que nunca volviera a este lugar… Sus ojos estaban hinchados, su cara y cuerpo lleno de moratones, sus labios llenos de sangre… ¿Qué debo hacer? Si sigue en esa casa… No sobrevivirá, corrí hacia la casa de mi tía que se encuentra cerca de la mía.

-¡Socorro tía!- Grité mientras golpeaba la puerta con fuerza… Nadie contestó. Corrí por todo el barrio repitiendo lo mismo.-¡Socorro! ¡Por favor ayuda!- Nadie se acercaba a mi… ¿Por qué? Caí arrodillada al frío suelo de la acera. La gente que pasaba me observaba, yo solo tapaba mis oídos para evitar escuchar que decían, comencé a llorar…

         Unos minutos después, una mano se posó en mi hombro. Levanto mi mirada, una figura masculina estaba frente a mí.

-¿Por qué lloras?- Me preguntó con sus ojos azules profundos… Me di cuenta de que su cabello era de un color caramelo…

-Necesito ayuda… Onegai…- Rogué… Pero no pude repetirlo, empezó a doler la cabeza y sentí una presión sobre mi casi insoportable lo que provocó que me desmayara.

       Desperté en una sala color verde pastel, me senté y pude ver que me encontraba en una cama con sábanas blancas y muy cómoda, había un sillón de piel en el que se encontraba un señorito más o menos de mi edad, cabello color miel y muy atractivo… Me levanté y rocé su rostro delicadamente, cuando de repente una mano sujeta mi muñeca.

-¿Qué crees que haces?- Inquirió abriendo los ojos.

-E-Etto, pensé que estabas dormido y…- Se acerca peligrosamente a mí.

Relatos de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora