Koisuruneko ha kujikenai.

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Koisuruneko ha kujikenai

    Antes de nada quería decirles que esta canción está basada en una canción… A si que por favor si les suena, es por eso.

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        Mi nombre es Kimiko Nyu, soy una gata de color gris y ojos grises… Esta historia comienza cuando un día de lluvia me había caído de un árbol. Me había partido la pata… No paraba de llorar hasta que un chico muy guapo de pelo castaño y ojos marrones con un paraguas se acercó a mí, me cogió en brazos y me llevó a su casa.

-Espérame aquí…- Dijo con su cálida voz… Mi corazón se aceleró y el volvió con unas vendas… Coge mi pata herida y la enrolla con el vendaje…

-Nya… (Arigato)- Le agradecí… El me sonrió… Desde ese día somos mejores amigos, su nombre era Aoi Hayato, cada día que iba a su secundaria lo acompañaba hasta la entrada y después de la secundaria hasta su casa…

         Pero un día cambio y no me hacía caso… Tal vez no nos amemos de la misma manera… Yo a él le amo, pero este cuerpo no me permite decírselo, muevo una pata para llamar su atención pero no lo hace… Un día le pedí a Dios ayuda y este me lo concedió me transformó en una joven de secundaria, podía andar sobre dos patas y podía hablar. Pero Dios me puso una condición, si él me tocaba me convertiría en luz… Y moriría.

       A sí que salí corriendo hasta la secundaria, encontré su ventana y lo observé un rato… Se veía lindo en modo pensativo… Me armé de valor y grité.

-¡Aoi-kuuuuuuuuun!¡Bueno díaaaaas!- Le grité desde el jardín con una sonrisa, él me miro sorprendido, nos miramos un rato hasta que se hoyó un ruido algo parecido a un pitido… Entonces aparece él a mi lado.

-¿Quién eres? ¿De qué me conoces?-

-Soy una amiga, mi nombre es Kimiko Nyu, encantada…- Me presenté…

        Desde ese día volvimos a ser mejores amigos, volvíamos a casa juntos, paseábamos juntos, comíamos juntos… Hasta que un día a pie de un lago…

-Sabes… Si comparo las manos de un gato con las tuyas son iguales…- Me dijo mirando al cielo observando mi mano que tenía alzada.

-No es que fuera un gato antes…- Contesté nerviosa…

-Era una bromita, tontita… Compara nuestras manos…- Puso su mano en frente de mi y en mi mente pensaba…

-“Está coqueteando ¿verdad?”- A punto de juntarse nuestras manos recordé lo que me dijo Dios si él me tocaba desaparecería… Aparte mi mano y él se giro bajando la cabeza, luego volvió a mirarme y sonrió.

        Comenzó a caminar y yo quería alcanzarle pero es como si no pudiera, entonces veo que cruza una calle y algo parecido a un coche se le acercaba… “Dios por favor detén el tiempo” . Rogué, cosa que no sirvió, “¿qué hago?” Me pregunté y sin pensarlo me abalancé sobre él, me daba igual si desparecería… Le amaba… Pero no se lo había contado…

        Después de salvarle el abrió los ojos y vio mis orejas de gato, me miraba sorprendido y yo empecé a llorar… Salí corriendo hasta llegar a un invernadero… Iba a desaparecer y todavía no se lo había contado…

        Entonces el apareció de la nada.

-¿Qué pasa?- Preguntó.

-Qué me estoy convirtiendo en gato-nya…- Él se acerca un poco…

-No me importa lo que seas… Quiero estar a tu lado…- Y de repente me abrazó, me hizo feliz que dijera eso… No quería desaparecer… Entonces nos dejamos de abrazar, apreté mis puños… Y saqué una sonrisa…

-Te quiero…- Dije al fin… Entonces empecé a desintegrarme… Él iba a decir algo pero le interrumpí…- Aun que yo desaparezca estaré en tu corazón… Y estaré ahí siempre para decirte un “buenos días” con una sonrisa…- Y como si nada… Sentí que me convertía en luz… Subí hasta el cielo… Me sentía libre…

        Aun que él no me veía me sentía y cada día para el resto de sus días y los míos los pasamos juntos... Y todo diciendo un "buenos días con una sonrisa".

       Unos años después Dios me mandó a audiencia con él...

-¿Qué desea mi señor?- Le pregunté.

-Quiero darte una oportunidad de bajar ahí a bajo... Volveras a vivir, pero no como gata si no como humana...- No se por qué empecé a llorar y Dios me acarició la cabeza.- Se que le amas... Por eso, ve con él...- Una luz me envolvió y en segundos me encontraba en frente de una casa... Me era familiar... ¡La casa de Aoi-kun! Habían pasado cuatro años después de aquello... ¿Me recordará?

       Toqué el timbre y me abre un chico alto, de pelo castaño y ojos marrones... A verme sonríe y me abraza...

-Kimiko-san...- Me susurró...

-Aoi-kun...- Dije empezando a llorar... Él seca mis lágrimas y me abraza por la cintura...

-Hay una cosa que no te dije hace cuatro años...-

-¿E-El qué?-

-Te quiero Kimiko-san...- Y me regaló una sonrisa... Lo abrazo más fuerte y él me corresponde...

-Te quiero Aoi-kun...- Él me separa un poco... Y acerca su rostro al mío... Y de un segundo... Nos estabamos besando...

        Desde ese día no nos separamos... Todos los días le saludaba con una sonrisa y un beso. Nos amabamos tanto... Y ahora los dos podíamos estar juntos para el resto de nuestras vidas...

                                                                                                                     FIN

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