La noche de ayer.

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Ahora mismo necesito que sostengas mi mano, sosténme tan fuerte con el carruaje de tu corazón y no me dejes caer en la debilidad. No dejes que esta noche se acabe. No me dejes solo que podría equivocarme, soy tan débil que cualquiera puede derrotarme, en el orgasmo del amor siempre he caído de rodillas. No quiero fallarte y caer en el andamio. Mírame y dime que ves, no pienses cuando estrelles tu mirada en la mía, sólo dime si ves lo mismo que yo veo para asegurarme que no estoy un poco cuerdo. Si algún día llegas a soltarme, me ahogare y me sumergire en tu fragancia angelical, para ser embriagado con  ese aroma que tanto frotó mi piel en las noches de placer, donde tu mano con la mía eran testigo de las cadenas, que sostenían el equilibrio de nuestras almas en la oscuridad del ayer. Si me preguntas por el ayer, te responderé con besos de excitación, te esposare al recuerdo del ayer para que vivas en el pasado de mi incienso, y beses los poros sedientos de mi cuerpo.

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