La rosa y la espina

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Tengo una linda rosa en el día, cuando la traigo de regreso y se hace de noche, ésta se vuelve una espina de pensamientos, no sé cómo quitar la espina sin dañar la rosa, en realidad no sé cómo curar la herida que en la oscuridad me atrapa. De alguna manera debo quitar la espina que trae recuerdos dañinos. De alguna manera debo curar mi espejo interno, y que la rosa sólo sea rosa y no una espina que penetre lentas lagrimas sucias de sangre. Mientras veo la luna y pienso en el silencio del recuerdo que ésta conlleva, puedo notar que la espina puede ser retirada, puedo notar que una flor no vuelve a ser la misma una vez haya tenido espinas, y que una espina lamentablemente siempre deja el hueco, pero lastimosamente siempre hay un masoquismo remarcado y  la mayoría de estas flores suelen encariñarse con la misma espina, esa misma espina que le hace daño, esa es su espina favorita.

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