Mar y ángel.

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No sé si el mar pueda escucharme esta noche, las olas se han vuelto muy ruidosas de madrugada. La marea no baja porque el fondo tiene mucho que esconder y la tormenta que tanto me asechaba con las fuertes brisas del recuerdo, se han vuelto una situación habitual. Tal vez se preguntan por qué no escribo de la arena, pues ésta no tiene la culpa, mientras tanto me recuesto un poco en ella y hago ángeles en la arena para no sentirme solo, dándole existencia a un ángel que se ha ido.

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