capíтυlo 8

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sé que dije que iba a dedicarme a otros fics, pero este capítulo lo tengo hace un montón╰(*'︶'*)╯ pd: tkm brenda


Elora de Rivia


   Mi vida no era exactamente la más tranquila y despreocupada que existía. De hecho, mi vida se basaba en estar saliendo constantemente de problemas serios y situaciones extrañas.

   Como el día donde Tama y yo acabamos en una sex shop por morbo y la policía acabó llegando porque nos pusimos a jugar con un látigo y rompimos los vidrios de una vitrina. Eso no fue tan grave como la cara de mamá cuando fue a la comisaría y le informaron dónde fue el accidente.

   En fin, el punto es que la situación actual batía mi récord personal en situaciones raras, con el tal Shiro arrodillado ante mí, disculpándose.

   Luego de recobrar un poco de equilibrio metal, me puse a pensar en la gran diferencia que existía entre ambos. A diferencia de Sehon, quién desataba esa aura de benevolencia y calidez, el tal Shuro o Shiro lo que sea, era todo lo contrario. Parecía casi salvaje.

   Su yukata era negro y el cinturón gris estaba completamente aflojado, tan desajustado que las ropas casi parecían caerse de sus hombros, dejaban a la vista un pecho amplio lleno de cicatrices diminutas y abundantes, la mitad de su torso estaba tatuado de lo que parecía peces koi, letras y lo que parecía una máscara kabuki. Sus músculos demostraban lo mucho que entrenaba.

   Estaba sentado sobre sus talones, con el pecho sobre sus rodillas y su cabeza probablemente apoyada en ambas manos, las cuales tocaban el tatami.

    Nunca en mi vida alguien se había arrodillado frente a mí. Bueno, nunca hasta ahora.

    —Gomennasai. —su voz sonó suave y tranquila, me desconcertó un poco.

   Me había resignado a quedarme sentada, porque honestamente mis piernas estaban débiles del susto. Había salido de la nada, literalmente. No había sentido o escuchado nada, nada, siquiera un zumbido, un ruido o una seña ¿Cómo demonios hicieron eso? 

   Estaba con las rodillas plegadas, rozándome el pecho y lo miraba con el ceño fruncido ¿Qué carajos había pasado exactamente?

   Sehon, que estaba sentado junto a mí, puso mueca de disgusto y no supe si volver la mirada al desconocido o disfrutar de sus expresiones. Ya saben, para calmarme. Si, eso. Verlo me calmaba. 

   Ay Dios, que lindos labios tenía, por la madre.

   —Ella será la próxima Escriba de Pergaminos —rugió, yo lo miré de reojo de nuevo, sorprendida. Había un gruñido subyacente en su voz que envió un escalofrío a mi columna vertebral, subió por mi espalda hasta convertirse en algo caliente en mi nuca. No podía dejar de verlo. —¿Te atreves a dirigirte a ella con informalidad? Tu insolencia atraviesa el cielo.

   Me encogí un poco de hombros y lo miré con asombro, por alguna razón, mi espalda se enderezó sola. Era increíble como parecía enojado, sin alzar en absoluto la voz. Impresionante como intimidaba sin utilizar la violencia u otros medios, nada más bastó su mirada. Sus ojos. Volvió a rugir algo en japonés y yo me dediqué a mirarlo con atención. Con mucha atención.

   Era sobrecogedor cuánto podía cambiar su actitud y postura con el solo hecho de cambiar el idioma, su voz se volvía unos cuántos tonos más gruesa y ronca, las palabras parecían arrastrarse en su garganta hasta salir de su boca y las letras n se marcaban de forma innata. Lo hacía ver masculino de forma increíble, su voz cambiaba de manera enorme. Aún continuaba sosteniendo el mango de su espada, que había sido envainada en su cadera.

ʙᴀᴊᴏ ᴇʟ ᴄᴇʀᴇᴢᴏ  ● p. jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora