Capítulo 6: Recordar para comprender

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Por más que lo intento, no recuerdo como llegamos a parar los tres a mi cama. Tan solo recuerdo que el día anterior continuamos viendo la película de Derex y que nos comimos la tarta que preparamos entre los tres. A partir de ahí, mis recuerdos se empiezan a nublar... puede que me sentase mal la propia tarta.

Jeff se despierta y observa mi silueta de espaldas, iluminada por los rallos del sol que entran por la ventana. Se levanta quedando sentado, me abraza por la cintura con su torso desnudo y besa mi hombro por detrás.

–Buenos días, mi princesa pervertida.– Me susurra mientras me produce un escalofrío por todo el cuerpo. Unos segundos más tarde, este empieza a toser. Giro mi cabeza confundida para mirarlo y llego a la conclusión de que eso no sonaba nada bien.

–¿E-estas bien, Jeff?– Le pregunto preocupada. Lo veo sonrojado por lo que le pongo la mano en la frente para medir su temperatura.

–¡Estas ardiendo! – Me alarmo.

–No griten... que dolor de cabeza. – Dice Derex a duras penas mientras se regocija en la cama. Jeff se acerca a él y junta su frente con la del chico.

–Parece que ambos tenemos fiebre. – Concluye. Me pongo roja al ver lo cerca que se encuentran sus rostros. 

En ese momento suena el timbre. 

–Oh, no. Ya está aquí de nuevo nuestra vecina favorita.– Dice Jeff mientras se aleja de Derex y se coloca en su sitio original de la cama apoyándose, tendido, en uno de sus codos mirando hacia la puerta. No tardé en levantarme y bajarme de la cama por la parte central para no molestarlos.

–Escuchadme, no hagan ruido. Haced como si no estuvieran que os voy a cerrar la puerta del cuarto. Quiero hablar con ella y no quiero que vea este panorama.– Los dos asintieron algo confusos.

–Después de todo lo que vio y escuchó anoche, no creo que esto la alarme mucho. – Dice Derex pegando la almohada a su mejilla intentando seguir durmiendo mientras lo miro algo aturdida... cada vez me intriga y preocupa más lo que pudiese pasar anoche.

Me dirijo al recibidor, cerrando antes la puerta de mi cuarto y abro la de la entrada. Para mi sorpresa, y justo en el momento equivocado, a quien recibí no fue a la vecina si no a una vieja amiga que también vive en esta ciudad.

–¡Bianca! Cuando tiempo sin vernos.– Ella me abraza antes de que termine la frase. Éramos buenas amigas desde primaria hasta que sus padres se tuvieron que mudar a la ciudad, por lo que la he podido ver mas bien poco durante estos últimos años.

 Éramos buenas amigas desde primaria hasta que sus padres se tuvieron que mudar a la ciudad, por lo que la he podido ver mas bien poco durante estos últimos años

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–Te he echado de menos, Alicia. En la ciudad hay bastante pocas fujoshis. – Dice con decepción. Olvidaba que a ella también le gusta el yaoi. –¿Cómo te va aquí en la ciudad?– Me sonríe y pasa al interior del apartamento curioseando.

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