Capítulo 1: Una cálida bienvenida

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El viento agitaba mi pelo ferozmente, el cielo nublado no deja ver las estrellas en la noche y mi equipaje no para de dar saltitos con cada piedra del camino. Cuando llego al edificio que tanto buscaba, no pude evitar lanzar un profundo suspiro.

–¿Quieres que te eche una mano? Pareces muy cargada– Al escuchar esa voz grave retumbar en mis oídos me sobresalto.

–¿Quieres que te eche una mano? Pareces muy cargada– Al escuchar esa voz grave retumbar en mis oídos me sobresalto

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–¡Oh! Perdona, no esperaba que hubiese gente fuera de su casa con esta tempestad.– El chico me mira y no pudo contener unas risas. Mis mejillas se sonrojaron al pensar que el motivo de su risa fue a causa de mi ridículo susto de antes.

–Me recuerdas mucho a una cobaya que tuve cuando era pequeño– Dice entre risas.–Déjame llevar algo de tu equipaje, quizás fui muy grosero al llamarte cobaya y no te quiero dar esa mala imagen de mí.– Esta vez fui yo la que no pudo evitar reírse.

Le doy algunas bolsas y caminamos hasta el ascensor. El edificio parece muy amplio y rústico, tanto por fuera como por dentro. Casi todo está hecho de madera y se puede apreciar el cambio de temperatura de aquí al exterior por lo que imaginé que tenían calefacción por los pasillos el cual me hizo pensar que aquella ciudad no era precisamente calurosa. Ya dentro del ascensor, el chico generoso se dispone a entablar conversación.

–¿A que piso va la señorita?– Me pregunta señalando los botones del ascensor.

–A la planta 5.– No tarda en pulsar el botón con dicho número.

–De lo cansada que se te ve pareces venir de muy lejos.– Me comenta.

–De verdad te agradezco mucho tu ayuda, estoy agotada. Todas las líneas de autobuses han sido canceladas por el temporal y no tuve más remedio que venir a pie desde la otra punta de la ciudad.–

–Pobrecilla.– Dice entre risas. –Lo de los autobuses ocurre muy a menudo en esta ciudad en invierno. Imagino que es la primera vez que vienes por aquí, ¿no?–

–Sí, me han contratado en una empresa de la ciudad muy cercana aquí, por lo que al fin me podré independizar. Tenía ganas de vivir en la ciudad.– No sé que aura me transmite este chico, pero me inspira mucha confianza. Debería de cortarme un poco, no es bueno soltar toda mi vida a un desconocido.

–¿Trabajar? ¿No eres muy joven para adentrarte en el complicado mundo laboral?– Me mira dudoso.

–Realmente vine a esta ciudad para continuar mis estudios, pero como comprenderás, el dinero no cae del cielo.–

–Entiendo.– Dice el chico mientras se abren las puertas del ascensor al fin. Parece que le cuesta subir estos 5 pisos con normalidad.–El ascensor está algo viejo por lo que, si vas con prisas, suelo recomendar las escaleras.– Parece que el chico también lee mentes. Debería de controlarla un poco para que no se enterase de cosas innecesarias. Pero... ¿Qué estoy diciendo?

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