Capítulo 4

892 47 2
                                    

Claudy estaba acostado sobre el sofá, mientras esperaba que algún pájaro se asomara por la ventilación, así podría al menos entretenerse platicando con él a lo tonto. 

El rubio no le había hablado desde hace dos días y se aburría de sobremanera, miró a su alrededor y se dispuso a comer. Lo mejor sería una carne roja cruda, si se puede con sangre cayendo pero solo estaba ahí: comiendo zanahoria y un melón maduro del refrigerador.

—Seria mejor si estuviera en la playa. No, odio la playa—se recordó a sí mismo.

El calor no le afectaba, mas no era uno de sus paisajes preferidos, prefería algo más como este bosque.

Sus sentidos se agudizaron cuándo pudo escuchar parvadas de pájaros huir, las ramas cercanas a la ventilación rugieron y las hojas secas tronaron con afán. Se quedó quieto cuando los animales entraron en manada con Claudy: ardillas, conejos y sabrá Dios qué más, todo lo que pudo entrar, sin duda, entró. Algo muy raro teniendo en cuenta quien era Claudy.

—Así que es alguien fuerte, mala idea no comer—comentó burlón.

Aún era de tarde, así que el sol estaba alumbrando muy bien, que de algún modo beneficiaba a su falta de poder nocturno. Se asomo por la reja y se quedó en su lugar. No podía creerse lo que veía.

Al ver el estado de Alex, un extraño ardor inundó su pecho, atenazando sus entrañas, y provocando que tuviera náuseas. Un pavoroso sentimiento escurrió por sus venas, logrando erizar su vello, mas no de miedo, sino de quemazón.

—¡Hay otro dentro de la casa!—delató un hombre de traje con mucha masa muscular.

Claudy entro en si mismo y maldijo al cabrón que fue de cotilla. Los ojos ámbar lo miraron de reojo como dando a entender que debía huir, lo que él no sabía es que Claudy es demasiado valiente para huir y demasiado metido para no preguntar.

—¿Ahora que hiciste bastardo?—preguntó Claudy negando en una sonrisa torcida.

El rubio que estaba bastante golpeado, se preguntó por milésima vez en este día, y citó: ¿por qué putas no lo hizo suyo cuando pudo? . Bueno, ya es suyo. Solo que quería hacerlo formal, y que mejor que haciéndole el amor.

El hombre le soltó una patada a la reja y parte de la pared, logrando que los animales se hicieran molinillo y él tuviera que cubrir su cara. Una fuertes manos lo jalaron sacándolo  y arrastrándolo para quedar justo delante del rubio.

Se puso de rodillas también esperando a que pasara lo que tuviera que pasar, mas no pudo evitar ver a su secuestrador, estaba hecho mierda pero no lo suficiente para no repasar su torso sin camisa.

—Bienvenido, cerdo—saludo el de ojos carmines.

Alex lo miro para reír y mandarle un beso. Claudy lo miró de soslayo, mandándolo a la mierda. Eso hasta que una prominente figura apareció, nada menos que ese bastardo que tanto le cansaba, Uriel.

—Venía a buscarte a ti pero parece que me tope con los dos peces gordos—dijo un joven de piel pálida y ojos verdes.

Claudy solo rodó los ojos, le importaba una mierda y Uriel lo sabía. Solo que esta vez, lo humillaría tanto que seguro quitaría ese rostro inexpresivo.

—Ser secuestrado por un perro, que bajo caíste—hablo burlón mientras acomodaba su traje blanco.

Alex solo escupió sangre a la tierra, manchando hojas secas. Esto no era nada a lo que pasó en su entrenamiento.

—Lo mio, son como vacaciones pagadas. Vamos, al menos yo no me enamore de una stoigottir, así como tampoco me vendí al primer postor, puto de cuarta—defendió burlón el de ojos carmines.

RAPTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora