Chat Noir se sentía libre. Por la tarde una ligera lluvia había invadido la ciudad, y se sentía el aire más puro, y el cielo después de despejarse era nítido, con la vista bien cuidada podías observar las grandes montañas y la Torre Eiffel estaba más hermosa de lo normal. Corría por los tejados inhalando el aire puro y fresco que brindaba la naturaleza en aquél momento, y una sonrisa era marcada permanentemente en mi rostro. Grité de ánimo al brincar de un techo a otro, deteniéndome después de largos metros. - Y aquí me trajeron mis pies, otra vez... -Dije para mí al caminar por el barandal de la terraza de la casa de Marinette, sentándome después para contemplar mi alrededor. Solté un suspiro, la gente transitaba tranquilamente por las calles. Esperé algunos minutos en silencio y empecé a mirar hacia los lados y atrás de mí esperando que la escotilla se abriera, pero no era así. Con curiosidad bajé y caminé intentando observar algo del interior a tráves del cristal, pero todo estaba a oscuras. - ¿Marinette?
No tuve respuesta. Me reincorporé y tallé un poco mi cabello, agachándome a tocar ligeramente con mis nudillos el cristal. Negué nervioso e improvisé arrancando una rosa de las flores que tenía ahí, no se daría cuenta, de seguro; pensaba en el momento en que ella saliera y en lo fuerte que la estrujaría en mis brazos, necesitaba un abrazo de ella, y no podía dejar de pensar en las infinitas cosas que podríamos compartir apartir del día de mañana... sí, lo he planeado todo. Después de que Nino se fue me encerré en mi habitación, ¡Tenía que organizar tantas cosas! Sentía miedo de que alguien entrara a mi habitación, se encontraría con una gran cantidad de ideas románticas, fotografías de arreglos florares, una larga lista de perfumes franceses, y frases de coqueteo tierno. Me cohibí ante la imagen de mi habitación, había perdido completamente la cabeza. Cuando regresé en sí me percaté que aún nadie salía y por un momento sentí las cosas mal. Decidí bajar a la avenida y caminé hacia la entrada de la panadería. ¡Qué raro! Estaba cerrado y todo completamente apagado. Troté hacia el interior del edificio y subí las escaleras para tocar la puerta de su casa, nisiquiera pensé en la imagen que llevaba.
Di tres suaves golpes y esperé un minuto.
Empecé a sentir un mini infarto, ¿en dónde estaban todos? Me agaché para mirar por el pequeño filo que había entre el suelo y la puerta de su casa, no se escuchaba algún ruido ni se filtraba la luz. ¿En dónde estaba? ¿Estaría bien?... ¿Acaso aún iría mañana a la gala? Salí corriendo y me dirigí a casa, destransformándome al llegar.
Plagg: ¿Pero qué sucede?
Adrien: No lo sé, Plagg. -Le comenté mientras caminaba a mi escritorio y abría WhatsApp desde mi computadora, buscando el chat de Marinette, jamás le había enviado un mensaje antes pero aún así ahí la tenía. Su última conexión fue alrededor de hace siete horas, eso es demasiado.
Plagg: Al parecer alguien si puede vivir sin las redes sociales.
Rodeé un poco los ojos, y crucé mis manos con mis dedos recargándolos en mi mentón mientras pensaba, sentía una espina pero no sabía exactamente de qué. Tomé mi teléfono y seleccioné su contacto generando una llamada, lo puse en altavoz, los ojos de Plagg delataban su interés e intriga al igual que yo. Se dieron tres tonos antes de que entrara, y una sonrisa apareció en mi rostro.
"Hola, soy Marinette, no puedo atenderte por el momento pero deja tu mensaje después del tono y me comunico, ¡Gracias!"
Un suspiro salió de mi boca, ¿qué estaba sucediendo? Giré sobre mi asiento y escuché la puerta sonar, me detuve parándome de inmediato, ¡Tenía que alzar mi desorden! Con velocidad empecé a recoger todas las fotografías que tenía y apilarlas, mis perfumes los amontoné en mi tocador y apagué los monitores que tenía prendidos con algún tipo de información que podría ser considerado "extraño" para los habitantes de esta casa. Escuché que giraban la perilla aún sin mi consentimiento y me tiré al sofá prendiendo la televisión viendo que era mi padre el que entraba. ¿Dos veces en un día? Eso era un récord.
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Debajo de ese fuerte disfraz.
FanfictionMarinette y Adrien son dos chicos de secundaria normales con el mejor secreto del mundo: dobles identidades. Al tener un corazón noble y la mente abierta se les fue asignado una gran comisión: poseer un miraculous para ser súper héroes y rescatar a...