Capítulo 3

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Había pasado un mes. Un mes. 30 días en los que Hoseok prácticamente no me había hablado desde aquella extraña charla en el banco de mi piano. Y tenía que decir que pasé por muchos estados de ánimo distintos.

Al principio no le dí mucha importancia, estando casi seguro de que Hoseok, al cabo de unos días más, acabaría contándome lo que pasaba. Pero cuando entramos en la tercera semana, me desesperé. Tenía tal sensación de incomodidad en el estómago que me impedía incluso concentrarme para componer adecuadamente. No me salían las melodías, ni las letras. No me salía nada bien.

¿Tanto me importaba Hoseok?

Él había sido uno de mis grandes apoyos en momentos difíciles y mi mejor compañero de risas en los mejores. ¿Qué había cambiado para que tengamos esta actitud?

—Argh... —gruñí enfrente del piano, posando mi mano con fuerza sobre las teclas, creando un sonido discordante y desagradable.

—¿Yoongi-hyung? —me giré ante la llamada de Jungkook—. ¡Oh! Conque estabas aquí... Hoseok ha estado buscándote.

Abrí mis ojos, sorprendido ante aquello.

—¿En serio? —rápidamente me levanté del piano, acercándome a Jungkook con una sonrisa y alegría que no podía disimular—. ¿Dónde está?

Jungkook me miró fijamente.

—Me dijo que te dirigieras a la sala de baile. —terminó por decir, encogiéndose de hombros.

—No podía ser de otra manera... —reí.

Salí a paso acelerado de la habitación, agradeciendo a Jungkook antes de salir por la puerta. En pocos segundos estaba frente la puerta de la sala, ya que esta quedaba muy cerca de mi estudio. Abrí sin siquiera pararme a petar.

—Hoseok, Jungkook me dijo... —quedé cortado. Aquel no era Hoseok.

Era Jimin.

Este levantó la mirada, para fijarla en mí. Su expresión era realmente seria, para tratarse de Park Jimin.

—Yoongi, necesito hablar contigo. Ven, por favor.

Aquello me asustó bastante. Jimin no solía ponerse así por nada. Le hice caso y me acerqué hasta donde estaba sentado, y tomé asiento a su lado.

—Jimin, no me asustes... —reí nerviosamente, no sabía que decir o como actuar. Algo raro en mí.

Clavó sus ojos en los míos, de nuevo.

—Es sobre Hoseok. —mi corazón se aceleró—. Pero te mentí, no está aquí, solo estamos tú y yo.

—Jimin, suéltalo. —sentencié un poco molesto.

—Ah... —suspiró—. ¿Cuándo vas a admitir lo que sientes por él?

Aquello me dejó petrificado.

—¿Perdona? —no me creía lo que acababa de oír.

—Yoongi, puedes confiar en mí. ¿Por qué te empeñas tanto en ocultarlo?

Me comencé a poner nervioso. Yo no ocultaba nada. Lo que sentía por Hoseok era pura amistad y aprecio.

—Eres tú el que se empeña en que siento algo por él. ¿No puedes entender que solo somos amigos?

No contestó. Tardó un poco en volver a abrir la boca.

—Entonces, estás diciendo que no sientes absolutamente nada por Jung Hoseok.

—¡Ah! ¡Jimin, por el amor de dios! —exclamé desesperado ya—. ¿Cuánto más vas a seguir con esto? ¿Es que no te valen todas las veces que te lo he dicho?

—Dímelo alto y claro.

Bufé.

—Jimin, no siento nada por Hoseok, solo una gran amistad.

En ese momento, un ruido desde el otro lado de la sala se escuchó. Mi cuerpo se tensó ante la idea de que pudiera haber alguien más en la habitación. Me giré hacia atrás, y me econtré con Hoseok. Sus mejillas estaban rojas y sus ojos abiertos, mirándome fijamente, entre avergonzado y asustado.

—Oh, Hobi... —suspiró resignado Jimin, mientras se llevaba la mano a la frente.

—A-Ah... —tartamudeó—. Hmh... Lo siento. —dijo para comenzar a caminar a paso acelerado hacia la puerta.

—¡Espera, Hoseok! —grité antes de que este pudiera llegar hasta ella—. ¡¡Jung Hoseok!! —pero como no me hacía caso, en menos de dos segundos me levanté y conseguí agarrarlo del brazo para que no se escapara.

—¡¿Qué?! —gritó enfadado, girándose en mi dirección.

El corazón me dio un vuelco ante aquel tono de voz. Rara vez podía ver a Hoseok en este plan.

—¿Qué hacías escuchando nuestra conversación? ¿Acaso sabías todo esto? —pregunté despacio, intentando que esta vez no se fuera y me ignorase de nuevo.

Desvió su mirada hacia otro lado.

Sus mejillas estaban rojas, su pelo despeinado, la ropa un poco mal colocada... Pero, se veía lindo. Bueno, quiero decir, no estaba mal...

Me sonrojé al pensar esa clase de cosas, volviéndome a centrar en mi objetivo principal.

—Hoseok, contéstame, por favor. —supliqué.

Volvió a dirigir su mirada hacia mí.

—No puedo más... —su voz sonó algo ronca.

Me agarró del cuello de la camisa, para elevarme un poco, y juntar sus labios con los míos.

Me quedé en blanco.

Mis ojos estaban abiertos a más no poder, notaba como el calor en mis mejillas me estaba empezando a provocar hasta sudor...

Los labios de Hoseok seguían sobre los míos, acariciándomelos suavemente con su toque.

Y lo peor de todo, es que tampoco sentía la necesidad de apartarme.

—¡Hoseok! —se alarmó Jimin—. ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Despierta!

Entonces J-hope abrió los ojos, asustado, encontrándose con los míos. Me empujó hacia atrás, de manera que caí en el suelo, haciéndome bastante daño en la espalda y en mi querido trasero.

Ay... Mi trasero...

—Hsshsss... Ahh... —me quejé del golpe.

Pero aguanté el dolor lo mejor que pude para levantar mi mirada hacia Hoseok. Este estaba como petrificado, no se movía y su mirada estaba sobre la de Jimin.

—Hoseok, no pasa nada... —comenzó a decir Jimin, acercándose lentamente hacia J-hope.

Pero este comenzó a negar con la cabeza, mientras las primeras lágrimas se empezaban a agalopar en los bordes de sus marrones ojos.

—No... ¡No! —exclamó, para correr hacia la puerta y salir sin poder Jimin decir nada más.

Yo también estaba en un shock importante. Lentamente, me llevé una mano a mis labios, y los toqué suavemente. Aún no terminaba de asimilar lo que acababa de pasar.

—Yoongi, yo... No sé como explicarte esto... —Jimin se acercó hasta mí y se agachó para quedar a mi altura—. Es algo que debe hacer Hoseok cuando esté en condiciones de decirlo.

Pero yo no podía esperar tanto. Llevaba más de un puto mes esperando respuestas, y aunque esta no era precisamente la que me esperaba, no quería alargar más esta relación de distancia que llevaba manteniendo con mi amigo.

Sin decir nada, me levanté de un salto, ignorando el retorno del dolor que pensaba que ya se había ido, y corrí hacia la puerta.

—¡Yoongi! —oí la voz de Jimin.

Pero la cuestión ya estaba decidida. Hoy no me iría a dormir hasta haber arreglado las cosas con Hoseok.

Fire + YoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora