Capitulo 10

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A unos tres días de su estadía en el Plaza con Jaime Dalton, Cass tuvo una horrible revelación. Jaime no bebía. Jamás. Sin embargo, si le convenía para sus propósitos, no le importaba conseguir que ella se embriagara. Y ésta noche, al parecer, le convenía.

Se veía magnífico con esmoquin, su cabello rubio peinado hacia atrás con gel, un anillo de diamantes brillaba sobre su dedo anular... su anillo de equipo, le había dicho. También le dijo que después de este año esperaba remplazarlo con anillo del Súper Bowl. Se veía mortalmente serio, pero ella no entendió nada de lo que dijo después de eso.

―No hablas de fútbol, ¿Verdad, Pepper? ―preguntó después de su segunda copa de vino. La recepción de Nike se había convertido en toda una fiesta en el salón del Plaza. La música sonaba, y grandes hombres con hermosas mujeres bailaban alrededor―. Está bien, luces genial en ese vestido, es lo único que importa.

―Jaime Dalton, sé dos cosas sobre fútbol. ―Le gustó la forma en que la miró cuando dijo que se veía genial. Como si estuviera tratando de pensar en una manera de conseguir que se fuera con él. Y desde esa mañana de la semana pasada, no fue capaz de pensar en nada que no sea estar desnuda con Jaime. Mucho. Excesivamente mucho. Como hoy en medio del almuerzo, le ofreció un bocado de su sándwich, y cuando sus dedos rozaron sus labios, pensó que podría derretirse.

―¿Cuáles son, Pepper? ―Sonrió, sus ojos brillaron en la tenue luz. Sabía qué buscaba. Utilizaba esa mirada cuando jugaba con ella.

—Que eres tú quien lo juega, y que no estoy interesada en ello.

―Vaya... tienes mucho que aprender. ―Algo andaba mal. Reía demasiado, hablaba muy alto y miraba mucho a su alrededor.

―¿Jaime buscas a alguien? ―preguntó luego que desapareciera la tercera copa de vino, no recordaba haberlo tomado, pero se sentía tan bien y... confundida.

―No. Oye, Pepper, ¿quieres bailar? ―No esperó a que respondiera antes de arrastrarla al centro del grupo de personas que en lugar de bailar, parecía más a que frotaban sus cuerpos.

―Esto no es bailar ―habló en algún momento de la segunda canción, después de que aplastara su pecho con el de él.

―Entonces, ¿cómo lo llamarías? ―Él colocó sus manos sobre su cuello y se balanceó con ella.

―No sé, ¿estás duro? ―Definitivamente había un bulto apretado contra su vientre.

―Esta noche luces muy hermosa, ese vestido te queda perfecto ―Fue su respuesta. Su aliento contra su mejilla era cálido―. ¿Estás usando otro par de esas descaradas bragas que te gustan?

―¿Estás coqueteando conmigo? No, enserio, no puedo decir, cualquiera de las dos... estás coqueteando o siendo malo conmigo. ¿Cuál de las dos?

―Coqueteando, creo ―suspiró, con sus ojos cada vez más distantes.

―No realmente. Solo quería asegurarme de que estoy en lo correcto contigo. Además yo también quiero. Coquetear, no ser mala. Estoy cansada de pelear contigo.

―Entonces, no te importará si hago esto. ―Colocó su mano sobre su trasero y lo apretó, acercándola mientras lo hacía. El bulto en sus pantalones del esmoquin creció con más fuerza, más grande, lo que la hizo jadear.

―Tenía la esperanza de que me besaras, pero supongo que eso está bien también.

―Pepper. ―La miró a los ojos, con una intensa llama detrás de sus ojos color whiskey, advirtiéndole que si jugaba con él, iba a jugar con fuego―. Voy a llevarte al piso de arriba ahora, si tienes alguna objeción, es mejor que digas algo.

Wicked GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora