Capitulo 18

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Caminó por el pasillo en la parte de afuera de radiología con su estómago hecho nudos. Por ahora, sabían con certeza que su hombro se encontraba dislocado por el impacto. Lideraban la posible lista una posible fractura en la costilla, una herida en el cuello y en la espina dorsal, y una contusión. Estuvo inconsciente por tanto tiempo que se inclinaban en gran medida por la contusión cerebral. Esperó por noticias junto a un miembro del personal del entrenador. La mamá de Jaime le hizo compañía a través del teléfono.

―Sí señora, está despierto y hablando. Lo tienen inmovilizado, pero sujetó mi mano, y dice que le duele el pecho cuando respira. Sí, esa es una buena señal. Ahora le están haciendo una resonancia magnética, pero ya conoce a los hospitales, olvidan que hay gente que se preocupa. Sé que la grabación es horrorosa, él allí tendido todo torcido de esa manera. Sí, está en el primer vuelo de la mañana. Me encontraré allí. Sí, voy a estar bien. Le haré saber tan pronto me informen algo.

Después de que terminó la llamada con la mamá de Jaime, la madre de Cass llamó. Su preocupación fue, primero por ella y luego por Jaime. Cass fue capaz de calmarla y prometerle que la llamaría en el segundo en que supiera cualquier cosa. Cuando finalmente fue capaz de colgar, Cass apagó su teléfono y fue a sentarse al lado del entrenador.

―¿Su madre? Hombre, ni siquiera te envidio esa llamada. —Marcus Wells, el entrenador de la línea ofensiva, tomó su mano en la suya y la le dio unas palmaditas casi como si fuera un pequeño perro. Era mayor, pero no viejo, entre unos cuarenta y cincuenta años; alto como lo eran los ex futbolistas de esa edad, casi jovial.

―Crecí con Jaime. Nuestras madres eran amigas. Es una señora agradable. Dios, odio escuchar el miedo en su voz. Todas las cadenas de noticias están reproduciendo las imágenes. Tiene muchísimo miedo de que se encuentre paralizado, o, demonios, ni siquiera estoy segura de lo que pasa por su mente en este punto.

―Bueno, ¿cómo lo llamaste? ¿Jaime? Jaime, me gusta más que Jay. Lo hace más humano. ―Se echó a reír, Cass sabía que si Jaime regresaba al campo, se encontraría en serios problemas―. Jaime es fuerte. Si su casco no hubiera salido volando, no lo hubieran noqueado. Es el cuello y hombro. ¿Cuánto daño? ¿Necesitará cirugía? Para ser honesto, ahora la contusión es lo último que nos preocupa. Una lesión en la espina dorsal podría arruinar su carrera esta noche.

―Bueno, gracias por eso. Estoy tan aliviada.

Se rió de nuevo. ―Parece que tienes un cerebro sobre tus hombros. Él sabe quiénes somos, y puede mover sus manos. Se queja a gritos por estar atado como un pavo de Acción de Gracias. Para mí suena como que probablemente se encuentra bien. ¿Qué hay de ti?

―Claro, Jaime es fuerte. Va a estar bien. Probablemente para volverme loca mientras se recupera. Pepper, tráeme esto. Pepper, ¿qué hay de comer? Pepper...

Dejó de hablar cuando uno de los técnicos y el doctor a cargo se detuvieron en el pasillo, sus rostros sombríos mientras hablaban. El pavor se apoderó de su estómago y no se iba.

―Bien, doctor, ¿qué estamos buscando? ―Marcus se puso de pie para saludarlo, su tono de voz yendo de bromista a uno determinado.

―Definitivamente una contusión, no parece haber daño alguno en su espina dorsal. Su hombro va a ser su mayor problema. Arreglaremos eso y lo inmovilizaremos. Dos costillas rotas. Su temperatura está bien, así que solo lo dejaremos en internación por un día o dos. Si descansa y le da a su cuerpo una oportunidad para curarse, debería estar bien.

―¿Cuánto tiempo necesita? ―El entrenador parecía aliviado―. Lo dejaré en la banca el tiempo que lo necesite.

―No le gustará eso. ―Pepper negó con su cabeza, había lástima en su voz―. No envidio tú conversación.

Wicked GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora