—En más o menos dos semanas mi vida se va a convertir en una larga sesión en el infierno —dijo Jaime una mañana, una semana después de New York, mientras ella ponía un plato de huevos y salchicha frente a él—. Podría no venir a casa todas las noches y si lo hago será tarde, y volveré a salir probablemente antes de que te levantes.
—Bueno. —Cass se sentó frente a él. Fue muy extraño verlo vestido en ropa normal y no húmedo o sudado para variar—. ¿Campamento de fútbol, cierto?—Sí, dos semanas de infierno, y luego inicia la pretemporada. Las prácticas son abiertas al público por si quieres ir una tarde. Cuando no estés en la escuela, por supuesto.
—Tal vez, si encuentro tiempo. Me uní a un club de lectura y me matriculé en clases de cocina.
—Bien. Es bueno que te mantengas ocupada. Si quieres venir a ver, solo déjame saber y te conseguiré un pase.
—Te haré saber. —Lo miró sobre la taza de café. Miraba a todas partes excepto a ella directamente. Había sido así cada mañana desde la mañana después del Plaza. Había dormido con ella, le había hecho el amor en las primeras horas de la mañana, y luego nada. Fue como si nada hubiera pasado. —¿Cuáles son tus planes para hoy?
—Tengo una reunión con Mitch. Ese maldito Cameron está siendo difícil. Me robó casi dos millones de dólares, o está encubriendo a uno de sus lacayos. La corte ha ordenado una auditoria, y es hoy. Mis recibos contra sus libros. Gracias a Dios, el cheque de Alicia lo aclaró antes de que me limpiara, o eso sería otra pila de mierda que tendría que atravesar.
—¿Puedo preguntarte si estás financieramente bien sin sonar mucho como una caza fortunas?
—Bueno, acabas de hacerlo, y sí, suenas como una especie de buscadora de oro. Realmente, Pepper, Nike acaba de pagarme diez millones para verme sudado y hermoso en sus comerciales por el resto del año. Ese es solo uno de mis patrocinios. Además, está mi salario actual e inversiones para considerar. Digamos que puedo mantenerte en ropa interior sexy por un largo tiempo. La que Cam robó, llamémoslo así, no es nada, no te preocupes por eso.
—Sabes que es la primera vez… —No supo cómo tocar el tema. Algo había cambiado entre ellos desde esa noche. La evitaba y cuando se encontraban en la misma habitación era así, solo conversaciones educadas y la estaba volviendo loca—. ¿Alguna vez vas a reconocer lo que pasó entre nosotros?
—¿Por qué? A menos que estés interesada en ir arriba conmigo, no veo una razón para hacerlo. Pasó. Tenía que suceder. ¿Quieres que pase de nuevo? —Finalmente la miró, pero sus ojos no tenían nada de su fuego usual.
—No realmente. Pero no puedo dejar de pensar hacia dónde vamos desde aquí.—Demonios, Cass, no me voy a casar contigo, si es lo que estás buscando. Solo porque te he visto desnuda y probara tus dulces no quiere decir que quiero formar un hogar.
—Bueno, tampoco disfruto jugar a la casita contigo. Esto me tensa. Mis niveles de estrés están por el techo. Viviendo contigo, haciendo todo por ti. Mientras juegas con mis cosas y reordenas la cocina, lo que por cierto no aprecio. Puedo no ser a mejor cocinera pero me gusta que las cosas estén donde las puse.
—Bueno, maldita sea, Cass, consigue un pasatiempo porque esto es más o menos la misma cosa. Y por última vez, no estoy jugando con tus cosas.
—Tengo unos cincuenta pasatiempos. Y tú eres un culo.
—Vaya, creo que prefiero cuando me llamaste idiota.
—Jódete.
—Bien, ve a traer la cuerda de saltar.
—¿No se te hacía tarde para algo? Cómo tu ahorcamiento.
—Esa es la Pepper que conozco y amo. —Él sonrió esa sonrisa, que le dijo que había vuelto a la normalidad, luego miró al reloj sobre la cocina—. Mierda, de verdad estoy tarde. Pepper, te veo en la noche. Y ponte algo sexy, voy a llevarte a cenar; tal vez luego podamos ir a bailar. Su risa hizo eco desde el garaje y luego ya se había ido. Bueno, por lo menos se había olvidado pedirle hacer cosas en púbico. O eso esperaba.
* * *Por las siguientes dos semanas, Jaime la miró desde tan lejos como pudo. Pepper de verdad tenía muchos pasatiempos. Además de ir a la escuela cada tarde para leer historias como tutora de inglés voluntaria, iba a un club de lectura, clases de cocina e inclusive había terminado de pintar todas las habitaciones en su casa, aún le gustaba coleccionar y restaurar muebles antiguos.
Tuvo que admitir que algunas de las piezas eran hermosas cuando ella les encontró el lugar perfecto. Su actual obsesión era el comedor o la falta del mismo. Parecía decidida a encontrar piezas de la misma época en que la casa fue construida. Luego de leer la historia del lugar y de ese período de tiempo en Miami, él tuvo que admitir tener más que un interés pasajero.
Había dejado de hablar de mudarse y luego de esa mañana, ella no parecía interesada en seguir con el tema de lo que esta cosa entre ellos era o no era. Justo ahora, no tenía tiempo para algo con Cassandra Pendleton. No quería algo con Cassandra Pendleton, pero maldita fuera si quería que Cassandra Pendleton se mudara a un departamento. Le gustaba a forma en que tarareaba cuando cocinaba sus huevos. Le gustaba venir en la noche y encontrarla holgazaneando en el garaje o la cocina, o sentada por la piscina leyendo un libro.
Le gustaba hablar con ella. Sobre cualquier cosa que ella estuviera haciendo o respondiendo sus preguntas sobre su vida y qué hacía exactamente en el campo. Tenía que ser la soltera más desinteresada en la historia de las fans del fútbol. No sabía nada, ni siquiera lo que un mariscal de campo hacía. La mayoría de la gente al menos sabía eso, pero no Pepper. Por supuesto, nunca lo rechazó cuando quería hablar sobre su día, como si sus constantes entrenamientos y sus horarios de comida fueran tan interesantes.
Ella escuchaba y eso es más de lo que recordaba que cualquiera hiciera, además de sus padres. Luego de esa mañana, las cosas volvieron a la normalidad. Ella tiraba de él. Él tiraba de ella. Ellos se ocuparon de su negocio y durmieron en camas separadas, justo como debía ser. Algunas veces, principalmente cuando usaba vestidos, se imaginaba el color de la ropa interior. Pensó en esos ensayos que escribían al regresar a la escuela el primer día. Bueno, ciertamente sorprendería a algún pobre profesor si tuviera que resumir cómo había pasado sus vacaciones de verano.
No solo pasaba la mayor parte del día pensando en el color de las descaradas bragas de Cassandra Pendleton; estaban los días de descanso cuando pasaba su tiempo libre imaginando formas ingeniosas de meterse en ellas. Solo para tener piel de gallina en el último momento y todo porque Cassandra Pendleton lo miró con esos ahumados ojos azules y todo su mundo de repente se hizo más complicado. Y seguro como el infierno, no necesitaba complicado en su vida en este momento. Eso fue cuando llegó el primer paquete. Cass siempre dejaba el correo en su escritorio. Aparentemente, complicado ahora venía en sobres del servicio de entrega. No reconoció la dirección del remitente pero de todas formas lo abrió. Luego de ver su contenido, se sintió mareado.
La carta que lo acompañaba lo dejó nauseoso. Guardó todo en su caja fuerte, así Cass no podría encontrarlo y se hizo una nota mental de entregar toda la cosa a Mitch tan pronto como encontrara una forma que no lo arruinara completamente a él o a Cass en el proceso.
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Wicked Game
RomanceCass Pendleton y Jaime Dalton han sido enemigos mortales desde el primer día del jardín de niños, cuando Jaime le tiró del cabello y Cass lo dejo tumbado sobre su trasero. Jaime se encuentra al borde del superestrellato en la NFL; lo único que le...