Vueltas, vueltas y vueltas. Si seguía rodando en mi cama, pensando,iba a acabar haciendo la croqueta. Únicamente me faltaba la harina y elaceite para rebozarme. Y es que solo a mí se me ocurría ir a la facultad asolucionar un problema y volver con otro. Lucas. No le había contadonada a Matthew en el camino de vuelta, pero le había hecho un breveresumen a Andrea en nuestra habitación.
—Tienes que entretenerte con algo. —Me tendió un par de revistasdel corazón que había comprado por la mañana. En las portadas, en letrasdestacadas había montones de titulares sensacionalistas.
—Prefiero un libro, la verdad. He empezado una historia muyinteresante sobre una chica que se enamora y siente auténticas mariposasen el estómago cada vez que ve a su amado. La trama es buenísima, peroni por esa consigo quitarme de la cabeza la tontería que he hecho. En elmomento en el que acepté salir con Lucas tuve que tener un gran lapsus.No tiene otra explicación —cavilé en voz alta.
—Bah, tonterías. Si has aceptado a salir con él, es porque en el fondote interesa. —Empezó a hacerse la manicura francesa mientras se dirigía amí.
—Ligeramente, para qué negarlo. Pero la principal razón por la queaccedí a salir con él fue por algo que me dijiste: tengo que tratar denormalizar la situación al máximo.
—Perfecto entonces. Sexo salvaje para desestresarte y olvidar a tuacosador. Lo veo genial —canturreó perfilándose una uña con la lima.
—Tú estás loca. Con el lío que tengo en lo alto y lo que se te ocurrees que eche un polvo como si eso lo arreglase todo. Tengo sentimientos ypor mucho que lo intente olvidar soy consciente. ¿Sabes lo que más mejode de esto? —pregunté sabiendo que estaría encantada de oír larespuesta.
—¿No poder ver a Lucas con más frecuencia? Restregárselo aCecilia es lo más divertido que te he escuchado contarme en muchotiempo. —Le había relatado el encuentro a dos bandas con Lucas y Ceciliay cómo esta última había terminado ligeramente mosqueada por mipresencia.
—No lo hago por darle celos a ella, aunque si eso pasa tampoco meecharé a llorar. —Sonreí abiertamente para dejarle claro que no meimportaría verla derramar un par de lagrimitas.
—¿Entonces a qué te refieres? —preguntó mientras se soplaba losdedos para ver si el esmalte se secaba antes.
Mi teléfono comenzó a sonar y di por terminada la conversación. Yatendríamos tiempo de charlar del tema. Al otro lado de la línea, mihermana me esperaba.
—Dime —susurré pensándome qué decirle. No me gustaba mentirle,pero no podía hacerle un resumen de los últimos días sin omitir grandesdetalles.
—Ainara, cielo ¿estás mejor? En casa estamos muy preocupados porti. —habló mi hermana al otro lado de la línea. De fondo escuché a mipadre decir algo y ella se encargó de hacérmelo saber—: Papá dice que teabrigues, y que por lo que más quieras... ¡bebe zumo de naranja!.
—Sí, Mónica, estoy mejor del resfriado aunque mis ánimos están unpoco bajos. Últimamente las cosas no están saliendo como me gustarían,ya te contaré con calma cuando te vea —dejé caer. Lo que tenía queexplicarle era una información demasiado brusca como para soltarla degolpe.
—Bueno, esperamos verte pronto por aquí. Mientras tanto, te cuentoel motivo de mi llamada, enana.
—Tú dirás —resoplé al escuchar cómo me llamaba así, sabiendo lomucho que lo detestaba.
—¿Sabes de alguna tienda en la que vendan ropita de bebé que seabuena, bonita y barata? —preguntó con un ligero temblor en la voz.
—Sí, por aquí cerca hay una tienda pequeñita que está bastante bien.¿Por qué? ¿Tienes algún bautizo o algo?
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Corto-circuito
Teen FictionAinara, una estudiante de segundo de Preciosas Artes, es atacada por un ignoto al salir del cine una noche de finales de verano. Desde ese instante, su vida se transforma en un infierno: alguien desea matarla y ignora el motivo. En la mitad del ca...