Capítulo 4

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Quizá en algún momento de su vida han escuchado la expresión "estar en los brazos de Morfeo" y se han preguntado ¿qué significa? Oh solo lo dicen por ser una expresión popular, sin saber realmente su significado. Para la mitología Griega, Morfeo era el dios de los sueños. Era representado con alas que batía rápida y silenciosamente, permitiéndole ir volando velozmente a cualquier rincón de la tierra.

Morfeo se encargaba de inducir los sueños de quienes dormían y de adoptar una apariencia humana para aparecer en ellos, permitiendo a los mortales huir por un momento de las maquinaciones de los dioses.

¡Lo ven! les aseguro que de ahora en delante cuando escuchen la mención de Morfeo, sabrán que no se refiere solamente a la hora de dormir, sino de un escape a nuestra realidad, un escape a un mundo donde se cumplen hasta los más recónditos deseos de nuestra alma, oh el más espeluznante miedo.

Pero, ¿Qué pasa cuando en mi momento de inconciencia, auguro un momento de mi presente?

Me encuentro caminando en la playa, sintiendo un cosquilleo en mis pies al estar en contacto con la arena, siendo después reemplazada por un frio, que recorre desde las puntas de mis dedos hasta el más largo de mis cabellos al momento que estos son alcanzados por una pequeña ola.

Cierro mis ojos dejándome llevar por las miles de sensaciones que puede transmitir este magnífico lugar, el cantar de las gaviotas revoloteando por ahí en busca de alimento, los gritos divertidos de los niños al correr para que las olas no los alcancen, el embriagador aroma de una brisa fresca y salada azotando contra mi piel, el majestuoso sonido de las olas rompiendo en la arena.

Es increíble la infinidad de sensaciones que puede transmitir un lugar como este; paz, tranquilidad, pero sobre todo respeto, por su majestuosidad, por su tempestad, por el peligro que te atrae de sus olas.

Abro mis ojos encontrándome con un hermoso atardecer, viendo como el sol que nos ilumina se esconde entre las olas, poco a poco me voy acercando a un grupo de personas que juegan futbol, cuando de pronto se escucha un: ¡¡ CUIDADO!! Y todo se torna negro a mí alrededor.

Escucho como me llaman a lo lejos, siento que voy recuperando la conciencia por que los gritos de mi exagerada amiga se escuchan como si me estuviera gritando en la cara.

¡¡ Samanta despierta!!

¡¡ Que idiota, porque no te fijas adonde lanzas tu endemoniado balón!!

- Dios, mi cabeza – exclamo sujetando mi cabeza, en un intento de levantarme y caer sentada en la arena.

Abro mis ojos encontrando enfrente de mi unos hermosos ojos, una extraña combinación entre un cielo azul en contacto con un ligero verde cerca de la pupila.

- Estas bien – me dice el dueño de esos dos cristalinos ojos.

Despierto sintiendo un sudor frio recorrer todo mi cuerpo, y con esa voz revoloteando en mi cabeza.

¡Estás bien! ........ ¡Estás bien! ......... ¡Estás bien! ......¡Estás bien!

Cuando de repente siento unas manos en mis hombros moverme de lado a lado.

- Sam, te encuentras bien – me dice Cami, con una cara de sincera preocupación.

- Ehhhh, claro – digo sacudiendo un poco mi cara y frotando mis ojos, miro a mi alrededor cayendo en cuenta que aún nos encontramos en el avión a los Ángeles.

Según le entendí al entrenador, viajaríamos del aeropuerto de portland hacia los Ángeles y ahí nos estará esperando un chofer con un autobús en el que viajaremos hacia Santa Mónica y este será nuestro medio de transporte por todo el tiempo que estemos ahí.

Mi peor error #MILLEN2017 #OW2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora