Fragmentos

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Un frasco de cristal cobrizo, el cual tenía la forma de un sedoso tulipán y en cuyo interior reverberaba el revitalizante Smaragdi, le fue entregado a Dahlia por medio de una pequeña criatura de apariencia redondeada y tez rugosa. La "Sisaveta" era la viva imagen de una nuez provista de un llamativo cascarón escarlata, con seis pares de alas transparentes y alargadas, como las de una libélula, repartidas a lo largo de su áspera espalda. Sus tres ovalados ojos verdosos de lustrosas pestañas no paraban de contemplar a la joven. Tan pronto ella puso sus pies sobre el terreno del nuevo páramo, el animalito se le acercó y posó sus cuatro regordetas patas de hipopótamo en miniatura sobre su hombro derecho. En una de sus extremidades tenía atado un cordel dorado que sostenía la botella. La rubia reconoció aquel líquido, pues Sherezade se lo había dado de beber mientras estaban en Loimu, antes del comienzo de las primeras pruebas.

—Parece que deberé ingerir esta sustancia cada vez que llegue a un páramo distinto, ¿cierto, amiguita? Gracias por hacer el esfuerzo de traerme este frasco —declaró Dahlia, regalándole una amable sonrisa a la Sisaveta mientras le hablaba.

—A mí también solían traerme esas botellas... El líquido que contiene ese frasquito puede saciar el hambre y la sed de un guerrero por largo tiempo —señaló Cedric, quien se hallaba sentado sobre una roca a unos dos metros de distancia, dejando entrever un cierto grado de nerviosismo mediante sus constreñidas expresiones faciales.

—Ya veo. De seguro lo hacen para que no tengamos que preocuparnos por buscar comida o agua potable y así podamos enfocarnos en las pruebas —respondió la chica, mientras lo miraba de reojo, tratando de adivinar el significado de la compungida mueca que le ensombrecía su otrora relajado rostro.

—Es correcto. Y de seguro se trata de una sustancia potente y de gran calidad, puesto que sus efectos no desaparecen hasta se abandona un páramo.

—No hay duda de que es un líquido sorprendente... Cambiando un poco de tema, te noto muy intranquilo y creo saber muy bien por qué lo estás. Sé que no querrás admitirlo ante mí, pero puedo ver que estás angustiado porque nuestro amiguito no pudo traer otra botella para ti. No te aflijas más. Pienso darte la mitad del contenido de la mía.

—¿Acaso estás loca? No aceptaré ni una gota de tu frasco. Jamás permitiré que la pases mal por mi culpa.

—¡No seas tan cabeza dura! ¿Qué crees que sucederá si no te alimentas? El que la va a pasar más mal eres tú. Tienes que beber aunque sea un poco de esto.

—¡No insistas! Son tus pruebas, así que las provisiones que lleguen te corresponden solo a ti.

—¡¿Y qué te hace pensar que voy a dejarte morir de inanición?! Por favor, hazme caso... Te debo la vida, por si no lo recuerdas. Ha llegado mi turno de ayudarte.

—¡No! Sólo he sido un parásito para ti, enlenteciendo todo tu proceso de entrenamiento con mis tonterías. ¿Pretendes que me sienta más culpable de lo que ya me siento? Eso es lo que sucederá si permito que compartas tus suministros conmigo...

—Cedric... ¿Es que acaso no lo entiendes? Hace mucho que todo esto dejó de tratarse de mí nada más. Comenzamos juntos y culminaremos juntos las pruebas, ¿de acuerdo?

—Siento decepcionarte, pero sigo pensando igual. No accederé, sin importar cuánto insistas en ello.

Dahlia se aproximó al sitio donde se encontraba arrellanado el príncipe. Sujetó sus mejillas con ambas manos, forzándolo a mirarla a los ojos.

—Escúchame bien. Eres una persona importante en mi vida. Te considero mi amigo, y yo no dejo que mis amigos sufran de ninguna manera si está a mi alcance evitarlo. ¡Beberás de este líquido, lo quieras o no!

La Legión de los Olvidados [Saga Forgotten #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora