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Querido aeropuerto: fue un placer haber pasado casi dos días de mi vida entre tus enjambres y vuelos, pero vete a tomar por saco.


¡Por fin estamos pisando Corea! Después de casi una hora pasando el chequeo de pasaporte donde me sentí súper incómoda por la mirada intensa y juzgada del policía, por fin me dieron el visto bueno y pude cruzar. No los culpo, es su trabajo, deben prevenir cualquier amenaza o acción ilegal en el país; igual no pude evitar sentirme incómoda. Pero eso ya quedó atrás. Todos hemos pasado el control sin problema alguno y estamos ahora fuera del aeropuerto esperando nuestro autobús privado. ¡Todo es tan distinto y ni siquiera estamos cerca del centro de la ciudad! El aire es más limpio, el día se ve mucho más claro, todo parece brillar o será efecto secundario de mis emociones a tope.

 ¡Dios! ¡Cuánta gente en el aeropuerto! Me pregunto si es porque es Seoul o es así en todos los países en general. No soy de las que ha viajado mucho en su vida así que no tengo cómo comparar. Más que nada estuve tendiendo pequeños viajes por Latino América como Argentina, Chile, Colombia y República Dominicana. Ay señor, necesito volver a Rep. Dominicana. ¡Paraíso de país! Papasitos en todos lados.

Okey, volvamos al presente.


Obviamente estamos oficialmente rodeados de asiáticos. Digo asiáticos porque aunque la mayoría sean coreanos, como seguimos en el aeropuerto puedo distinguir a muchos chinos y japoneses, también algunos de Thailandia y Singapur. Algunos nos dedican miradas curiosas al ver que no somos de Asia y venimos en grupo. Me advirtieron que sería sujeto a miradas por todas partes, más que nada por mi oscura tez. En mi familia cogí el color de mi padre, que es un dónut tostado, así le llamo yo de forma cariñosa. Mi madre en cambio es clara y mi hermana salió bien blanca. Recuerdo haber bromeado una vez si fue adoptada, pero seguro cogió la línea de mi madre. Ay mi Caramelo, qué estará haciendo mi muñeca de porcelana ahora. Pero volviendo a mi color, me dijeron que en Corea del Sur el tono de piel les es muy importante, ya que lo conectan con la pureza. De allí a que evitan tomar el sol y muchos hasta se blanquean la piel solo para tener la tez muy pálida. Yo a muchos les llamo vampiros, un poco más y se les ve hasta las venas. Pero son ya casos exagerados, por lo general solo son pálidos. 

Así que sí, me estarán mirando todo el rato. Sandra en cambio se salva, es bien blanca y además delgada. Como se ponga maquillaje al estilo coreano casi casi pasa por una. Pero me da igual, yo amo mi piel y quién se atreva a señalarme le corto el dedo. Amo Corea pero a mí sin tonterías que nací con la sangre muy caliente. Creo que no duraré ni medio año aquí si tengo esta mentalidad, terminaré en la prisión o me deportan. 

Pero al menos ya he pisado Corea.

Pasan veinte minutos y el bus sigue sin llegar. Noto que me tocan el brazo y me asusto por un segundo; era Sandra.

– ¡Mira lo que compré!– y me señala una revista coreana de famosos. Obviamente todo en Coreano y yo aunque podía leer, no podía entender todo. ¿Comprar? ¿Dónde? ¿Cuándo tuvo tiempo? Ella vio mi mirada de confusión y se explicó– el bus está tardando así que me escapé al quiosco del aeropuerto para comprarlo. 

– Eres una loca Sandra. ¿Y qué si nos hubiéramos ido ya?

– Bueno, tú notarías mi ausencia y dirías al profesor que parre el carro y vuelva para atrás. Me regañaría pero le mentiría que tenía nauseas y fui al baño por ello.

Pongo los ojos en blanco y veo cómo ella se ríe de forma pícara. Sandra es una astuta por naturaleza, siempre tiene escape de cualquier situación. Otra de las razones por las que la convencí de venir conmigo, se necesita espíritus como suyo aquí. Porque conociendo lo patosa que soy, tenderé de meternos en problemas, y ella será la que nos estará sacando.

¡AGUANTE COREA CSM!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora